Asti guía la robótica móvil

Una empresa de Burgos se convierte en líder en soluciones para el transporte de cargas

Verónica Pascual Boe, consejera delegada de Asti, junto a uno de los vehículos de guíado automático que produce su empresa. Uly Martín

Verónica Pascual Boe dice que no nació con el gusanillo emprendedor. O, por lo menos, no lo reconocía. No obstante, el gen estaba presente y, como un volcán inactivo, despertó ante un movimiento repentino.

En el 2004 trabajaba en Francia, tenía todo listo para mudarse a Londres e incorporarse a una start up cuando recibió una llamada de sus padres: el negocio familiar no iba bien y necesitaban su ayuda para sacarlo a flote. Hacía años ella había decidido encaminar su carrera en otra dirección. “No quería ocuparme del negocio”, reconoce...

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Verónica Pascual Boe dice que no nació con el gusanillo emprendedor. O, por lo menos, no lo reconocía. No obstante, el gen estaba presente y, como un volcán inactivo, despertó ante un movimiento repentino.

En el 2004 trabajaba en Francia, tenía todo listo para mudarse a Londres e incorporarse a una start up cuando recibió una llamada de sus padres: el negocio familiar no iba bien y necesitaban su ayuda para sacarlo a flote. Hacía años ella había decidido encaminar su carrera en otra dirección. “No quería ocuparme del negocio”, reconoce, “pero pensé: lo que tengo que hacer es ayudar a mi familia”. Volvió y se unió a Asti, la empresa de logística interna y consultoría que habían fundado sus padres en 1982. Bajo su dirección, la empresa renació. Pasó de gestionar proyectos de logística a medida de cada cliente a combinarlos con productos sujetos a personalización.

Aunque su gama de productos incluye tanto hardware como software, la estrella son los vehículos de guiado automático (AGV, por sus siglas en inglés) que se utilizan para la operación en grandes fábricas y depósitos. Los robots mejoran la eficiencia, agilizan y bajan los costes de producción. Entre sus clientes se encuentran las automotrices PSA Peugeot Citroën, Toyota y Volvo y otras grandes empresas como Procter & Gamble, Philips y Pepsico. Asti ocupa el primer lugar en la industria de automatización de procesos de logística interna en Europa, según la clasificación que realiza la Universidad Leibniz de Hannover.

Las grandes firmas europeas del motor utilizan robots de la compañía

Hay un único libro sobre el escritorio en su oficina comercial en Alcobendas. De tapa blanca, con un recuadro dorado, su título lee: Como ser excepcional: consigue un liderazgo exitoso manejando tus fortalezas. Y Verónica Pascual se lo ha tomado a pecho.

Desde que ella dirige el negocio ha pasado de tener menos de 30 empleados a 110, la mayoría, ingenieros. La facturación se multiplicó por cuatro y se estima que será de aproximadamente 20 millones de euros este año. Los objetivos planteados en el 2012 para el siguiente lustro se cumplieron un año antes de lo previsto, como por ejemplo, la meta de internacionalizar el negocio: más de un 50% de la facturación ya proviene del exterior del país. Asti fue fundada por su madre, una economista francesa, y su padre, un ingeniero español. Instalaron la empresa en Burgos cuando decidieron regresar a vivir al país después de un período en el exterior. Para la inversión inicial utilizaron el dinero que tenían destinado a la compra de la primera casa. Pero en el año 2004 la empresa que había dado frutos durante más de 20 años atravesaba un momento económico delicado y con grandes problemas estructurales. “No dejaba de ser un reflejo de los fundadores, que se encontraban en un momento de cansancio vital. Tenían un rol muy protagonista en la operativa del negocio, con un enfoque que se limitaba a lo nacional y a las soluciones a medida de cada cliente; con baja posibilidad de escalar”, recuerda Verónica. Un año después de incorporarse a la dirección de la compañía, Verónica compró las acciones de sus padres y se convirtió en la única dueña de la empresa.

Verónica Pascual se puso al frente de la firma familiar en plena crisis del sector

El proyecto de reconstruirla presentaba grandes desafíos. “Lo más difícil es enfrentarse a lo que el entorno dice que es imposible”. En el caso de Asti, parecía poco probable que pudiera funcionar sin sus fundadores presentes. Desestimaban la posibilidad de competir a nivel internacional, pues se había extendido la idea de que hacía falta crecer mucho en España. Más adelante dudaban de poder conseguir clientes de gran envergadura. Para Verónica, a nivel personal, “vencer lo cultural y convencer al entorno de que tienes credibilidad” fue lo mas retador. Se encontró con los prejuicios propios de ser mujer, joven e hija de los jefes, “puedes combatirlos pero yo no lo hice. Tome conciencia y trabajé muy duro porque yo veía que en la industria y en el negocio había una oportunidad muy fuerte” dijo. Hoy, con cierta perspectiva, reflexiona: “Los propios resultados han disuelto la etiqueta”. En general, cree que “por el momento, no hay suficientes mujeres emprendedoras; más allá de la cuestión de género, es importante porque la diversidad enriquece al tejido empresarial”. Además, sostiene que “se puede tener un proyecto de familia del cual sentirse muy orgulloso y una carrera profesional potente”.

En abril fue seleccionada como una de las tres “Emprendedoras Endeavor” españolas por esta fundación internacional que agrupa a más de 1.000 emprendedores de alto impacto. Para ella “ser parte del ecosistema ha tenido un valor incalculable por el acceso a una red con el mejor talento disponible de tecnología y emprendimiento”. Antes de incorporarse a Asti se graduó como ingeniera aeronáutica por la Universidad Politécnica de Madrid e hizo un MBA del Colegio de Ingenieros de París. Tenía experiencia en desarrollar políticas de talento, tarea que había realizado para la francesa Bouygues, la segunda constructora más grande del mundo.

Profesionalización

Apenas asumió el mando de la firma en el 2006, Verónica se ocupó de la profesionalización del negocio; creó órganos de gobierno y un consejo asesor externo. Buscó una estrategia basada en investigación, desarrollo y talento para que la empresa pudiera escalar y lograr los objetivos de internacionalización. Se valió de “cazatalentos” y del entorno industrial para encontrar a la gente adecuada. Era imprescindible que pudieran compartir la visión globalizada que Verónica mantenía desde pequeña y la capacidad de dirigir a la compañía en la etapa de expansión.

Alcanzar y liderar una industria tan tecnificada requería de un esfuerzo importante, pero, en un sector crece a un ritmo de dos dígitos anuales, los beneficios se harían ver. “La automatización vía robótica móvil juega un rol protagonista en la revolución industrial 4.0 que necesita Europa para poder permanecer competitiva” explica.

Bajo su gestión se desarrolló una línea de AGV como la alternativa moderna y tecnológica a los sistemas de transporte con líneas de automatización el negocio original de la firma. Como nueva solución a la necesidad de logística interna automatizada que presentaban sus clientes, la última tecnología incorpora un software personalizable. De esta manera, Asti mantiene la cadena de valor original pero con la diferencia de que su servicio es fácilmente escalable. Se prevé que el mercado de los AGV sea de 1.800 millones de euros anuales para el año 2020.

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