“Cada vez hay más pobres en Europa mientras crecen los dividendos”

El nuevo líder de la poderosa CGT francesa, Philippe Martínez, de origen español, apuesta por un mejor reparto del dinero y del trabajo para superar la crisis

Philippe Martinez, secretario general de la CGT francesa.Eric Hadj

Philippe Martínez (París, 1961) es desde el 3 de febrero secretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT), el sindicato más potente y activista de Francia. De origen español, sostiene en esta entrevista hecha el pasado miércoles en su despacho en París que la salida de la crisis pasa por un mejor reparto del capital y del trabajo.

Pregunta. Junto con Manuel Valls o Anne Hidalgo, otra persona de origen español que llega a la cúpula del poder en Francia.

Respuesta: Es la historia. La historia de los emigrantes españoles en Francia....

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Philippe Martínez (París, 1961) es desde el 3 de febrero secretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT), el sindicato más potente y activista de Francia. De origen español, sostiene en esta entrevista hecha el pasado miércoles en su despacho en París que la salida de la crisis pasa por un mejor reparto del capital y del trabajo.

Pregunta. Junto con Manuel Valls o Anne Hidalgo, otra persona de origen español que llega a la cúpula del poder en Francia.

Respuesta: Es la historia. La historia de los emigrantes españoles en Francia.

P. Usted nació en Francia.

R. Sí, yo sí. Mi padre, también. Mis abuelos formaron parte de la primera emigración española. Mi madre nació en España. Mi padre creció en el barrio de Saint Denis (París), que muchos lo conocían como “La pequeña España”. De joven se fue con los brigadistas a España en 1936 para participar en la guerra civil.

P. ¿Le contaba qué hizo durante la guerra?

R. Poco, muy poco. Estuvo en la batalla del Ebro, fue herido y regresó a Francia. Se llamaba Manuel y mi madre, Jovita.

P. ¿De qué parte de España procedían sus padres?

R. Los dos de Santander. De cerca de Reinosa. Voy de vez en cuando a ver a familiares que tengo por allí.

P. ¿Qué recuerda de su infancia?

R. Fue feliz, muy familiar. Teníamos mucho contacto con otros españoles en París. La película francesa “Les Femmes du 6e étage” (“Las mujeres del sexto piso”) refleja bien aquel ambiente. Esas mujeres de la película eran mi madre, sus amigas, sus familiares. Mi madre tenía cinco hermanos y mi padre, cinco hermanas. Recuerdo las comidas con mucha gente y todos españoles.

P. ¿Cómo entró en el mundo sindical?

R. Cuando empecé a trabajar. Fue en 1982, con 21 años, en la fábrica de Renault de Boulogne Billancourt (París). Claro que tanto mi padre como mi madre eran de la CGT. En casa se hablaba mucho de política cuando yo era pequeño. Y cuando íbamos a España, también, porque teníamos familiares activistas en sindicatos y partidos en la clandestinidad.

"La política del Partido Socialista francés no parece propia de un partido de izquierdas"

P. Usted militó en el Partido Comunista.

R. Sí. Hasta hace unos 15 años.

P. En Renault, decía, empezó su actividad sindical.

R. Boulogne Billancourt había sido la mayor fábrica de Francia con 42.000 empleados. Cuando yo entré, había más de 20.000. Había trabajadores de más de 20 nacionalidades. Y emigrantes de dos o tres generaciones.

P. ¿Cuál era su trabajo?

R. Yo era técnico de logística. Había hecho el bachillerato de formación profesional industrial. Trabajaba con proveedores, entre otros españoles. Por ejemplo, con la fábrica de Renault de Valladolid.

P. Llegó pronto a ser responsable del sector del metal en la CGT. Y ahora, el máximo líder de una organización que ya tiene 120 años.

R. Sin embargo, es un sindicato muy joven. La historia es la base para trabajar mirando al futuro.

P. ¿Cómo ve la situación en Francia?

R. Hay mucho paro. La economía está estancada. Esto no marcha.

P. ¿Y cómo valora las reformas que se están poniendo en marcha?

R. La política que desarrolla el Partido Socialista francés no parece propia de un partido de izquierdas. Hace una política de austeridad, con ellos aumenta el paro, el país no crece… La gente ve que no son capaces de solucionar los problemas.

P. El Gobierno niega que practique la austeridad.

R. Pero lo hace. Como se hace en el resto de Europa. Todos estamos en la misma autopista. Simplemente, unos están más adelante que otros. En toda Europa se está practicando la misma política. Las medidas son las mismas.

P. Bueno, no es lo mismo en Grecia que en Francia, por ejemplo.

R. En Europa dicen todos los gobiernos lo mismo: no hay otro camino que el que hemos elegido. Y nosotros les decimos que sí hay otros caminos.

P. ¿Cuáles?

R. Ellos insisten en que el problema está en los salarios, en el nivel de protección social, en la competitividad… No. El problema es el coste del capital, el beneficio del capital. Cada vez hay más pobres en Europa y, en cambio, los dividendos de las grandes empresas crecen. Lo hemos leído todos: 160 personas en el mundo poseen una riqueza similar a la de la mitad de la población del planeta. ¿Hay dinero o no hay dinero? El problema es cómo se reparte. Y dónde está. Lo que tenían escondido los clientes del HSBC es la mitad de la deuda de Grecia. Además, si no llega más dinero a los trabajadores, el consumo tampoco va a crecer.

P. ¿Y cuál debe ser el papel de los sindicatos frente a la crisis?

R. El sindicalismo europeo tiene que unirse. Los mensajes de las empresas siempre son los mismos: tenemos que ser más competitivos, comernos al país vecino, tener cuidado con que el de al lado no nos quite el trabajo… Es un discurso fácil. Pero los sindicatos europeos tenemos que coordinarnos, tenemos que conseguir que los trabajadores tengan más derechos. Ahora ocurre lo contrario.

P. La siguiente y polémica reforma es la ley de crecimiento y actividad, la denominada ley Macron.

R. Es una ley, como tantas otras en muchos países europeos, concebida para reducir la deuda pública. O sea, para devolver a los bancos privados el dinero que han prestado a los gobiernos con sus correspondientes intereses. Hacen dinero a base de la miseria del mundo. Es una rueda sin fin que tenemos que cambiar. La ley Macron supone menos derechos para los trabajadores, más trabajo en domingos, menos vida familiar para los asalariados, menos posibilidades para la defensa de los empleados… Es una ley de derechas.

"Yo apuesto por un límite de 32 horas laborales por semana en lugar de las 35 de ahora"

P. ¿Le ha comentado eso al presidente François Hollande cuando le vio el pasado martes?

R. Sí. Hay que decir la verdad. No estamos de acuerdo con la política que se lleva en Francia.

P. ¿Qué van a hacer en la CGT frente a esas políticas que rechaza?

R. De entrada, la respuesta ya la están teniendo dentro del propio Partido Socialista. El Gobierno se ha saltado al Parlamento para sacar adelante una ley contra los trabajadores rechazada por un amplio grupo de socialistas. Nosotros seguiremos protestando. Y ya veremos.

P. ¿Habrá más manifestaciones, huelgas y protestas?

R. Estamos organizando una gran jornada de protesta para el 9 de abril en toda Francia, en todos los sectores. La apoyamos bastantes sindicatos y habrá una gran manifestación en París.

P. ¿Habrá más tensión en los próximos meses?

R. Habrá una continuidad.

P. ¿Tienen ustedes tanto poder de movilización como parece?

R. Ahora hay mucho movimiento, muchas huelgas, manifestaciones…

P. Pero la afiliación es muy baja.

R. Sí, no llega ni al 10% de los empleados. Menos que en España. Pero, en cambio, hay muchas protestas en las calles. Es una característica típica del sindicalismo francés. Nosotros tenemos unos 700.000 afiliados. Somos el primer sindicato francés, el más representativo.

P. También está abierto el debate sobre el límite laboral de las 35 horas por semana.

R. Yo defiendo que no hay que aumentar esa cifra, sino todo lo contrario: hay que reducirla. Yo apuesto por las 32. En Francia hay cinco millones de personas que no tienen trabajo o tienen trabajos muy esporádicos o precarios. Sufren, viven en la calle, algunos mueren de frío… Y otros, en cambio, trabajan muchísimo. Porque el límite de las 35 horas es lo que marca la ley, pero el horario laboral medio es de 39,5 horas por semana. Y llega a las 45 horas en los cuadros intermedios, sin contar el trabajo en casa en fines de semana. Hay que conseguir que algunos trabajen menos y otros trabajen más.

P. ¿Cree que eso sería factible?

R. Sí. Y sin reducir la competitividad de las empresas, del país en su conjunto. Hay que lograr que todo el mundo tenga un trabajo. Hay que repartir el trabajo. El consumo aumentaría y la producción crecería.

P. En las zonas con mucho paro es donde más crece la ultraderecha del Frente Nacional.

R. Sí. Como ocurre en los países nórdicos, los países del Este, Alemania, Grecia… Tenemos un gran problema. La solución vendrá a través de alternativas sociales, y nunca estigmatizando a los trabajadores que vienen de otros países.

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