Análisis:EL ACENTO

Hagan sus reservas en Moscú

La última misión del transbordador Atlantis ha sido atípica. Lo cierto es que la NASA no contaba con que llegase a despegar. Solo estaba prevista por si lo exigía una emergencia en el vuelo anterior, que es el que efectivamente iba a ser el último. Un dinero extra aprobado a última hora permitió hacer esta última misión de carga. Solo iban cuatro astronautas en vez de los seis o siete que suelen ocupar cada viaje. En lugar de los intrincados experimentos científicos y los espectaculares paseos por la ingravidez del espacio, los tripulantes se han dedicado más bien a recoger la chatarra ...

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La última misión del transbordador Atlantis ha sido atípica. Lo cierto es que la NASA no contaba con que llegase a despegar. Solo estaba prevista por si lo exigía una emergencia en el vuelo anterior, que es el que efectivamente iba a ser el último. Un dinero extra aprobado a última hora permitió hacer esta última misión de carga. Solo iban cuatro astronautas en vez de los seis o siete que suelen ocupar cada viaje. En lugar de los intrincados experimentos científicos y los espectaculares paseos por la ingravidez del espacio, los tripulantes se han dedicado más bien a recoger la chatarra que los demás se habían dejado en la Estación Espacial Internacional (ISS): unas dos toneladas y media de basura tecnológica, incluida una bomba de vacío estropeada. Y una banderita de Estados Unidos, depositada allí por la primera misión de un transbordador a la estación, hace casi 30 años. Tras tres décadas de agridulce historia, el último viaje de un transbordador no ha podido parecerse más a una retirada

Es el fin de la era de los transbordadores, un prodigio de la ingeniería con más de dos millones y medio de piezas móviles. Además del Atlantis que acaba de aterrizar, el Discovery y el Endeavour se preparan ya para su exhibición en museos. El Challenger y el Columbia tuvieron el trágico destino que todo el mundo recuerda, en dos accidentes de 1986 y 2003. Los astronautas norteamericanos han estado viajando al espacio cuatro o cinco veces al año desde 1981. Con ellos se han puesto en órbita unos 50 satélites de comunicaciones y espionaje.

Desde 1972, Estados Unidos ha invertido en el programa espacial más de 200.000 millones de dólares. Es una sangría que ya no puede soportar. La decisión de acabar con los transbordadores se tomó en 2003, aunque se dio plazo hasta ahora para completar con estas naves la construcción en órbita de la ISS. De una forma quizá paradójica, Rusia se queda ahora con el monopolio de los viajes al espacio. Estados Unidos ya ha tenido que reservar 46 asientos en los cohetes soyuz hasta 2016, a 40 millones de dólares el billete. Los rusos han anunciado nuevas subidas a partir del año que viene. Un viaje en el transbordador costaba 1.500 millones de dólares, así que todo son ahorros.

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Quien quiera ir al espacio, ya puede ir haciendo sus reservas en Moscú.

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