Análisis:EL ACENTO

Un Tintín esponjoso

Puede parecer que la traslación de un cómic al cine es tarea sencilla, pero la realidad es muy distinta: aunque los dos usen la imagen como elemento fundamental, la experiencia del lector, siempre en complicidad íntima con el autor, es activa en su relación con la obra, mientras que el espectador es obligado a una actitud más pasiva ante la imagen en movimiento. Una diferencia sutil que se amplifica en el caso de Tintín, donde el peculiar estilo narrativo de Hergé une un sentido del gag heredero muchas veces del slapstick más ingenuo con una concepción gráfica personalísima, de línea cl...

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Puede parecer que la traslación de un cómic al cine es tarea sencilla, pero la realidad es muy distinta: aunque los dos usen la imagen como elemento fundamental, la experiencia del lector, siempre en complicidad íntima con el autor, es activa en su relación con la obra, mientras que el espectador es obligado a una actitud más pasiva ante la imagen en movimiento. Una diferencia sutil que se amplifica en el caso de Tintín, donde el peculiar estilo narrativo de Hergé une un sentido del gag heredero muchas veces del slapstick más ingenuo con una concepción gráfica personalísima, de línea clara de trazo preciso, exhaustiva documentación gráfica y colores planos elegidos en cuidadosa armonía cromática, todo unido para conseguir un dinamismo único, una auténtica lección sinestésica en el lector. Son elementos fundamentales del universo tintiniano, que sufren cuando se intentan plasmar en la fotografía del mundo real, como bien confirman el par de películas protagonizadas por Jean Pierre Talbot en los años sesenta, que hoy se pueden reivindicar con cariño desde cierta nostalgia kitsch... pero poco más.

Ni siquiera se consiguió con los dibujos animados, tan encorsetados en el respeto a las viñetas que desprendían una aburrida gelidez. Tales precedentes hacían temer todavía más la opción de la nueva intentona cinematográfica, llena de efectos especiales digitales que, si bien han sido ideales para adaptar el universo de los superhéroes al cine, podían convertir las elegantes tintas planas de Hergé en volúmenes tan gomosos y esponjositos como grimosos o, por qué no, usar la técnica rotoscópica para transformar al joven reportero en un musculoso galán de increíbles capacidades marciales.

Mal lo tenían Spielberg y Jackson. Sin embargo, hay que reconocer que el primer tráiler de este nuevo Tintín deja un pequeño resquicio a la esperanza: hay algo en esos pocos segundos de película que tiene el aroma y la firma de Hergé. Es más un pálpito que una constatación, pero es mucho más de lo que pueden esperar los aficionados a Tintín.

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