Editorial:

Justicia benigna

El juez accede a la libertad de Correa con una fuerte fianza para evitar ser tildado de parcial

La presión procesal ejercida por los principales implicados del caso Gürtel y el Partido Popular personado en la causa sobre el juez instructor, Antonio Pedreira, parece haber hecho mella en el ánimo del juez que ha accedido a decretar la libertad provisional bajo fianza de 15 millones de euros del jefe de la trama de corrupción, Francisco Correa. Han insistido -hasta cinco veces Correa- en pedir su salida de la cárcel (a lo que tienen derecho) y, al mismo tiempo, no han dejado de poner pegas a la actuación del juez cuestionando su imparcialidad.

La prisión preventiva es una medi...

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La presión procesal ejercida por los principales implicados del caso Gürtel y el Partido Popular personado en la causa sobre el juez instructor, Antonio Pedreira, parece haber hecho mella en el ánimo del juez que ha accedido a decretar la libertad provisional bajo fianza de 15 millones de euros del jefe de la trama de corrupción, Francisco Correa. Han insistido -hasta cinco veces Correa- en pedir su salida de la cárcel (a lo que tienen derecho) y, al mismo tiempo, no han dejado de poner pegas a la actuación del juez cuestionando su imparcialidad.

La prisión preventiva es una medida excepcional que debe anularse si desaparecen las circunstancias que la justifican. Incluso Correa, al que se le atribuyen graves delitos de corrupción política y fraude fiscal, tiene derecho a no permanecer en prisión preventiva -antes de ser juzgado y, en su caso, condenado- más tiempo del estrictamente exigible por la investigación judicial. Esa garantía es extensible a todo ciudadano sin distinción. Lo curioso es que, según el propio juez Pedreira, las circunstancias que justificaron en su día la prisión preventiva de Correa no han cambiado. No obstante, accede a sustituirla por la libertad provisional bajo una considerable fianza para evitar que "se cree una apariencia de falta de imparcialidad en la sociedad democrática". Tras dos años y tres meses en prisión, Correa se beneficia de un acto de generosidad judicial basado en la interpretación de la norma más favorable al reo. Nada hay que objetar, salvo que ese proceder no es, desgraciadamente, el más común entre los jueces en las mismas circunstancias.

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Correa sigue siendo un imputado peligroso, con medios y conexiones para fugarse, y por ello el juez le impone una fianza disuasoria que considera proporcionada a la "la ingente cantidad de dinero" de que dispone. Y para cerrarle toda posibilidad de eludir la acción de la justicia le ordena comparecer en el juzgado los lunes y viernes, le retira el pasaporte y le prohíbe salir del territorio nacional.

Menos mal que Pedreira ha tomado su decisión por razones muy distintas de las alegadas por la defensa de Correa: que la nulidad de las escuchas ordenadas por Garzón en la cárcel desvirtúa la acusación y se proyecta sobre todo el proceso. Pedreira rechaza esa estrategia defensiva que busca confundir y que reaparecerá, sin duda, en el proceso.

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