Análisis:EL ACENTO

El asalto a la privacidad

El eterno debate entre lo privado y lo público ha caldeado el ambiente estos días en Reino Unido, donde la disputa del expatrón de la fórmula 1, Max Mosley, ha perdido la batalla. Este hombre, puesto en la palestra al ser grabado en una orgía sadomasoquista, quiso establecer nuevos límites a la información. Pretendía que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos obligase a los periódicos británicos a informar a sus víctimas por adelantado para que estas pudieran parar, vía judicial, la noticia sobre su vida privada. Mosley se ha tenido que conformar con una indemnización de 69.000 euros por part...

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El eterno debate entre lo privado y lo público ha caldeado el ambiente estos días en Reino Unido, donde la disputa del expatrón de la fórmula 1, Max Mosley, ha perdido la batalla. Este hombre, puesto en la palestra al ser grabado en una orgía sadomasoquista, quiso establecer nuevos límites a la información. Pretendía que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos obligase a los periódicos británicos a informar a sus víctimas por adelantado para que estas pudieran parar, vía judicial, la noticia sobre su vida privada. Mosley se ha tenido que conformar con una indemnización de 69.000 euros por parte de News of the World, lo que nunca restituirá su dañada imagen.

Entre el derecho a la intimidad y el interés público, el tribunal europeo se ha decantado esta vez por el último, si bien el concepto es a veces demasiado etéreo como para evitar los debates y, sobre todo, los pleitos. Diversos tribunales han denegado el derecho a la intimidad de muchos personajes públicos, entre ellos Sarah Ferguson, Telma Ortiz, Cayetano Martínez de Irujo o Hugh Grant.

Pero no siempre la fama deja indefenso al protagonista de un vídeo indiscreto o de la persecución de la prensa. También en Reino Unido, un jugador del Manchester logró la semana pasada una orden judicial a su favor prohibiendo a la prensa informar de su relación con una modelo. El jugador pretendía así que su esposa no se enterara de la infidelidad. Otros famosos han alcanzado mayores logros, como la superprohibición: la prensa ni siquiera puede comentar que un juez prohibió dar una determinada noticia. En Francia, los políticos disponen incluso de una ley que prohíbe recordar que un día fueron condenados porque el delito fue amnistiado.

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A la dificultad de trazar la línea divisoria entre el interés general y la intimidad se une hoy, además de la afición del público por lo privado, un gran obstáculo: la globalización. Ayer mismo, un periódico español contaba con todo lujo de detalles (fotos incluidas) la historia del futbolista y la modelo. El público devora estos cotilleos. Basta ver el éxito obtenido por el que difundió en Twitter la noticia: 100.000 seguidores en pocos minutos.

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