Columna

Fue divertido

Tiene razón el lehendakari cuando le recrimina al PNV por haberse opuesto a todas las políticas que han conducido a ETA y Batasuna a la situación actual. Y sigue teniendo razón cuando le reprocha como una indecencia la acusación de que el posicionamiento presente y pasado de los socialistas ante el terror no ha sido sino fruto de un cálculo para llegar al poder. Se han dejado matar para acceder a unas concejalías, esto es, para subir al patíbulo, pues el poder para algunos -no para otros- olía a eso, a la propia sangre derramada. La paz, a algunos, les ha costado sangre, sudor y lágrima...

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Tiene razón el lehendakari cuando le recrimina al PNV por haberse opuesto a todas las políticas que han conducido a ETA y Batasuna a la situación actual. Y sigue teniendo razón cuando le reprocha como una indecencia la acusación de que el posicionamiento presente y pasado de los socialistas ante el terror no ha sido sino fruto de un cálculo para llegar al poder. Se han dejado matar para acceder a unas concejalías, esto es, para subir al patíbulo, pues el poder para algunos -no para otros- olía a eso, a la propia sangre derramada. La paz, a algunos, les ha costado sangre, sudor y lágrimas; a otros, por lo que estamos viendo, sólo una manifestación. Y la diferencia es tan chirriante, tan escandalosamente ofensiva, y afecta de tal forma a nuestra buena conciencia y estima que tratamos de equilibrar la balanza llenando de oprobio al perseguido. Quienes se han enfrentado abiertamente a ETA, en esta sociedad que tanto ha callado y consentido, ofenden y resultan tan insoportables que conviene atribuirles intereses espurios: su actitud sólo era debida a que les resultaba rentable. Sólo el silencio y la condescendencia eran inocentes.

Y no. Los movimientos sociales de enfrentamiento a ETA han tenido sus líderes y portavoces. Uno de ellos, y creo que fundamental, ha sido, es, Fernando Savater. No siempre estoy de acuerdo con sus declaraciones, y ahora mismo estoy bastante alejado de su actual alineamiento político. Pero nobleza obliga, y siempre he admirado, y lo seguiré haciendo, algunas de sus cualidades. La gracia y agudeza de su escritura, sí, aunque a veces resulte algo desdeñosa. Pero aunque ni la gracia ni la agudeza lo caracterizaran, admiraría también en él su vitalismo, su sentido del humor -tan goloso de cualquier ocasión que le permita su vuelo-, su capacidad de trabajo, su gozoso apremio por la necesaria alegría, su juventud, en suma. Esa juventud que en nada necesitaba al terrorismo para alargarse, aunque él haya manifestado lo contrario. Y a eso vamos.

Cuando Savater, en declaraciones que supongo levantarán ampollas, ha manifestado que le está agradecido al terrorismo porque le ha hecho estar vivo, activo, metido en política y haciendo cosas de jóvenes, y que se ha divertido mucho luchando contra ETA, no estaba haciendo un ejercicio de frivolidad, sino dando muestras de su personalidad, su carácter y su concepción de la vida. Entre la vía contemplativa y la vía activa estaba optando por la segunda; entre el ensimismamiento y el compromiso, por este último; entre la lucha por la libertad y la justicia o la erudición a la violeta -los "libritos"-, por la primera. Y si asociaba todos esos impulsos con la juventud, con esa que le ha permitido mantener la lucha política, se estaba mostrando como educador y recordándoles a los jóvenes su tarea. Quien interprete de otra manera sus palabras, y he leído ya cosas miserables al respecto, o bien no lo conoce o bien sólo busca ocasión para la insidia.

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