Cartas al director

El lector que no quería ser pirata

Conozco a alguien raro, alguien que sigue comprando discos y películas, que no ha descargado nada ilegal en su vida. Esta persona es además un lector furibundo al que le regalaron en Navidad un libro electrónico. Entonces, sin hacer caso a sus amigos piratas, se dispuso a comprar libros electrónicos legales en una librería online. Allí buscó y buscó infructuosamente autores evidentes, de esos que se consideran de fondo de catálogo, hasta que acabó por darse cuenta de que no existe fondo de catálogo alguno para libros electrónicos. Después decidió buscar novedades, que parece que sí está...

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Conozco a alguien raro, alguien que sigue comprando discos y películas, que no ha descargado nada ilegal en su vida. Esta persona es además un lector furibundo al que le regalaron en Navidad un libro electrónico. Entonces, sin hacer caso a sus amigos piratas, se dispuso a comprar libros electrónicos legales en una librería online. Allí buscó y buscó infructuosamente autores evidentes, de esos que se consideran de fondo de catálogo, hasta que acabó por darse cuenta de que no existe fondo de catálogo alguno para libros electrónicos. Después decidió buscar novedades, que parece que sí están, pero cuando miró los precios no salía de su asombro. La diferencia en euros respecto al libro físico era tan pequeña que hacía que no mereciera la pena. Al final, picado por la curiosidad y por los amigos, se decidió a entrar en una de las muchas páginas de descarga de libros. Y allí estaban todos, los clásicos y los modernos, las novedades y el fondo de catálogo. Y, gratis. Señores editores españoles, ¿cuál es su estrategia? ¿Por qué no quieren vender libros electrónicos? ¿Cómo han conseguido que mi conocido, que es tan legal, acabe descargando libros gratis? ¿No hay nadie en el mundo editorial que vea esto.

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