Cartas al director

Darwinismo musical

Quedan lejos los años en los que ver el correo exigía necesariamente bajar al buzón. La sociedad ha cambiado demasiado en estos últimos años y, basándose en las nuevas formas de comunicación, ha cambiado totalmente mercados como el audiovisual o el musical. No escribo esta carta para criticar la llamada ley Sinde, ya que la considero uno de los últimos coletazos de quien se resiste a avanzar y a integrarse en un nuevo medio. Una pataleta injusta e injustificada que no persigue más que una quimera.

Por desgracia no tenemos acceso a ciertos datos, pero me gustaría saber el montante...

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Quedan lejos los años en los que ver el correo exigía necesariamente bajar al buzón. La sociedad ha cambiado demasiado en estos últimos años y, basándose en las nuevas formas de comunicación, ha cambiado totalmente mercados como el audiovisual o el musical. No escribo esta carta para criticar la llamada ley Sinde, ya que la considero uno de los últimos coletazos de quien se resiste a avanzar y a integrarse en un nuevo medio. Una pataleta injusta e injustificada que no persigue más que una quimera.

Por desgracia no tenemos acceso a ciertos datos, pero me gustaría saber el montante ingresado en los últimos tiempos por los músicos. Concretando más, querría conocer los referidos a conciertos y actuaciones varias, fenómeno social que se ha vuelto multitudinario.

Los músicos cuentan desde siempre con dos tipos de ingreso obvios: discos y conciertos. Lo primero se puede prestar, se puede grabar, se puede descargar, se puede incluso robar. Lo segundo es más interesante, esa sensación es totalmente diferente, infalsificable. Este es el filón actual y probablemente futuro de los músicos, un filón favorecido precisamente por la publicidad que las vituperadas páginas P2P ofrecen.

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Por tanto, no puedo hacer más que aconsejar a los músicos que acepten el cambio, que evolucionen; a los dirigentes del mundillo que dediquen sus esfuerzos a establecer las pautas del nuevo mercado, y no a acorazarse en las del pasado; y al Gobierno que no ceda a estas exigencias, que no haga un ejercicio de hipocresía censurando webs y que dedique la agenda parlamentaria a asuntos de mayor fuste.

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