Análisis:ANÁLISIS

Vulnerabilidad alarmante

Cuando se habla de mercados, de fortunas y de inversiones todo el mundo piensa en la Bolsa. Pero hay otros parqués millonarios. El de derechos de CO2, solo en las operaciones al contado, mueve cinco millones de toneladas al día y la cotización actual de una tonelada ronda los 15 euros.

Su parálisis, por tanto, es una catástrofe económica y, sin embargo, este mercado muestra una vulnerabilidad alarmante y permanente.

El año pasado, por la conocidísima vía del engaño (phishing) unos ladrones se hicieron con contraseñas de registros que les permitieron robar toneladas de dere...

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Cuando se habla de mercados, de fortunas y de inversiones todo el mundo piensa en la Bolsa. Pero hay otros parqués millonarios. El de derechos de CO2, solo en las operaciones al contado, mueve cinco millones de toneladas al día y la cotización actual de una tonelada ronda los 15 euros.

Su parálisis, por tanto, es una catástrofe económica y, sin embargo, este mercado muestra una vulnerabilidad alarmante y permanente.

El año pasado, por la conocidísima vía del engaño (phishing) unos ladrones se hicieron con contraseñas de registros que les permitieron robar toneladas de derechos en este mercado digital. Ahora ha vuelto a repetirse el episodio. No se sabe si por un nuevo engaño o porque un intermediario ha empleado las contraseñas en su propio provecho.

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La Comisión Europea lleva tiempo preocupada por la fragilidad demostrada por esta importante red de compraventa digital. De hecho, recomendó que para cerrar una transferencia de derechos tuvieran que usarse dos claves en manos de personas distintas. Esta cautela, sin embargo, no ha sido implantada en todos los mercados. Lo ha hecho, por ejemplo, Holanda y lo está haciendo Italia. En España, no.

Es una temeridad de las autoridades permitir el desamparo informático de este mercado. Nunca se conseguirá una seguridad total, pero la repetición de estos episodios demuestra una negligencia asombrosa. Llevamos años en un mundo digital pero, por lo que parece, todavía se custodian mejor los átomos que los bits. Unos bits que, por cierto, valen millones.

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