AL CIERRE

Recortando gasto

El Ayuntamiento de Barcelona recortará unos 200 millones suprimiendo gastos superfluos, por ejemplo recortando a la mitad la factura de representación, extraño concepto que incluye el protocolo. Esta ciencia exacta consiste en determinar quién habla primero en un acto y dónde se sienta el protagonista, y es muy importante porque reúne en el gesto todo el potencial simbólico del poder: soy yo quien te soluciona la vida. Parece una minucia, pero cada alto cargo operativo tiene su equipo de comunicación y protocolo. Nadie habrá visto nunca que un concejal llegue solo a un acto: pululan a su alred...

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El Ayuntamiento de Barcelona recortará unos 200 millones suprimiendo gastos superfluos, por ejemplo recortando a la mitad la factura de representación, extraño concepto que incluye el protocolo. Esta ciencia exacta consiste en determinar quién habla primero en un acto y dónde se sienta el protagonista, y es muy importante porque reúne en el gesto todo el potencial simbólico del poder: soy yo quien te soluciona la vida. Parece una minucia, pero cada alto cargo operativo tiene su equipo de comunicación y protocolo. Nadie habrá visto nunca que un concejal llegue solo a un acto: pululan a su alrededor unos jóvenes que le dan instrucciones precisas. En los gobiernos compuestos, el espacio de protagonismo es un bien muy preciado, y comunicación y protocolo ha sido fuente inagotable de empleo en la casa.

Imaginen la responsabilidad de escribir el texto que firma el alcalde o el concejal en esos panfletos que invitan a las inauguraciones. O elegir la foto sonriente. Hay quien confunde comunicación con propaganda, pero se trata de ponerle rostro al benefactor, un gesto trascendente, filosófico casi. ¡Y ahora resulta que era superfluo! Eran superfluas las fiestas, y quizás las dietas que cobran los concejales por asistir a consejos de administración de empresas públicas donde se sientan en virtud de su cargo. Si todo esto, y también algunos coches oficiales, era superfluo, ¿quién compensará al ciudadano de tanto gasto banal que hubiera podido ser invertido en obra y servicio?

Lo preocupante es que una de las partidas que caen es la inversión en cultura. La ciudad es sobre todo un artefacto cultural y en el estado de la ciudad se mide el nivel de la ciudadanía. La cultura, como saben los gestores de última generación, es también un trozo de PIB. ¿Cuándo vuelve a ser prioritaria la cultura? Ahora mismo algún museo, algún zoo y alguna cosa vacua tipo castillo de Montjuïc se han ido al garete, con el efecto secundario de empantanar el proyecto horroroso de la plaza de las Glòries, del que habrá que hablar un día. Claro que también han suprimido la Concejalía de Participación, pero después de la Diagonal, era bastante lógico.

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