Fiesta en la 'Diagonal canalla'

El Paral·lel se reivindica como centro del teatro y el ocio de la ciudad - Más de 35.000 personas acudieron a los escenarios distribuidos por la avenida

Perspectiva insólita la que podía verse ayer en el Paral·lel, la avenida más canalla de Barcelona, ahora en busca de un nuevo renacimiento. La fiesta organizada por la fundación FEM Paral·lel y la Coordinadora de Entidades de Poble Sec convocó a una multitud de barceloneses -unos 35.000 hasta las ocho de la tarde, según la Guardia Urbana- en plena avenida, cerrada al tráfico por primera vez en su historia. La cosa empezó de buena mañana. En general, el ambiente era optimista y se destacaba el hecho de que las instituciones hubiesen dialogado con los vecinos, en vez de generar debates y...

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Perspectiva insólita la que podía verse ayer en el Paral·lel, la avenida más canalla de Barcelona, ahora en busca de un nuevo renacimiento. La fiesta organizada por la fundación FEM Paral·lel y la Coordinadora de Entidades de Poble Sec convocó a una multitud de barceloneses -unos 35.000 hasta las ocho de la tarde, según la Guardia Urbana- en plena avenida, cerrada al tráfico por primera vez en su historia. La cosa empezó de buena mañana. En general, el ambiente era optimista y se destacaba el hecho de que las instituciones hubiesen dialogado con los vecinos, en vez de generar debates y referendos estériles.

Hasta el mediodía fue el reinado de niños y políticos, acostumbrados a horarios similares. Hubo talleres, payasos y competiciones deportivas, cuyos participantes ocasionalmente veían pasar a un grupo de periodistas rodeando a la autoridad de turno. El más madrugador fue el alcalde, Jordi Hereu, de paso rápido y profusa sonrisa, que debía de estar preguntándose por qué no eligió el Paral·lel como buque insignia de su gestión. Después pasó Pasqual Maragall acompañado de su esposa; frente al Molino estaba la caseta de la fundación contra el alzheimer que lleva su nombre. Más tarde se dejaron ver también Xavier Trias, Jordi Portabella y la nueva regidora de Ciutat Vella, Assumpta Escarp.

Como decían muchos vecinos, esta es la calle principal de Poble Sec. Por ello no es extraño que la gran mayoría de las entidades participantes pertenecieran a esta barriada. Amadeu Quintana, presidente de la Coordinadora de Entidades, juzgaba muy positiva su colaboración: "Por primera vez hemos sido escuchados y se ha contado con todos, lo cual es clave para ver el potente asociacionismo que hay aquí". Javier Velasco, presidente de los Gegants de Poble Sec, también consideraba la jornada como un gran paso, aunque recordaba que ahora habría que conseguir un polideportivo cubierto o un comedor para la escuela Jacint Verdaguer. En esta línea también se manifestó Eudosio Gutiérrez, presidente de la Asociación de Comerciantes, que dijo ver como una contradicción que no dispongan de más espacio público teniendo Montjuïc a sus espaldas. Por su parte, Lidia López, propietaria de la Bodega Saltó, reconoció que la conversión de la de Blai como calle peatonal -conocida ya como la rambla de Poble Sec- fue un gran paso, al que ha de seguir el equipamiento cultural de la calle de Alvarado.

A media mañana ya se respiraba un ambiente de verbena popular, con niños disfrazados, señores con zancos, bailes folclóricos de todas las procedencias y los gigantes del lugar: la Rosa del Parallel, Armand de Montjuïc y Quimet del Poble Sec. Hasta un vecino -guardia urbano jubilado- salió luciendo su antiguo uniforme con salacot (primero apareció con el modelo de verano, de color blanco, y después con el de invierno, azul oscuro).

Desde la intersección con la calle de Borrell hasta Nou de la Rambla, el espacio era un reguero de carpas. Montserrat López, la comisionada para Poble Sec, se quejaba de que "el Paral·lel haya sido demasiados años una vía de paso hacia el mar. Este nuevo proyecto busca coser sus dos aceras, acercar los tres barrios que se asoman a ellas y convertirlo en un lugar de ocio, con comercios de calidad y donde los vecinos puedan tener un espacio para encontrarse".

De hecho, las nueve tarimas que salpicaban la avenida podían leerse como un repaso a su historia. Así, el escenario principal estaba al lado de las tres chimeneas de la Canadenca, donde en 1919 se produjo la huelga obrera más famosa de Barcelona. El siguiente estaba frente al Apolo, feudo del empresario Colsada y de artistas como Tania Doris. Y enfrente estaba el del cerrado teatro Arnau, viejo cascarón que fue inaugurado en 1894 y que es una de las obras pendientes para el nuevo Paral·lel.Pocos metros más allá estaba el escenario de la SGAE o -lo que es lo mismo- el del nuevo teatro Arteria Paral·lel, que pronto volverá a abrir sus puertas en lo que fue el Español, primer escenario que tuvo esta avenida y lugar de densa historia, que también fue la discoteca Studio 54 y la sala Scenic Barcelona. El quinto punto de atracción estaba situado en el actual teatro Victòria, fundado en 1905. Más allá se encontraba el escenario central, junto a la Ronda de Sant Pau, aproximadamente en el espacio que había entre dos locales célebres en su tiempo y hoy desaparecidos: el bar La Tranquilidad (sede de anarquistas y bohemios) y el teatro Olímpia, cerrado en 1909 después de un incendio. Aunque el escenario más concurrido fue el de la nueva plaza de la Bella Dorita, junto al Molino, verdadero motor del proyecto de recuperación de esta calle, que tiene previsto reabrir en septiembre.

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El escenario de la Coordinadora de Entidades se encontraba en la confluencia del Paral·lel con las calles de Aldana y Borrell, donde aún puede verse el solar de lo que fue el teatro Talia, que constituye otro de los proyectos pendientes de la zona y que cuenta con una entidad dedicada a reivindicar su reapertura. De hecho, este penúltimo punto del recorrido daba para más peticiones, si tenemos en cuenta que enfrente habían estado los teatros Còmic y Bataclán, auténticos símbolos de cuando triunfaba el cuplé. El último escenario -o el primero, según de dónde se viniera- estaba frente al Condal, abierto en 1903 por los hermanos Onofri, que después de la Guerra Civil funcionó como cine hasta que en 1983 volvió a abrir como teatro.

Por la tarde empezaron las actuaciones y el asfalto -reino absoluto de los coches- fue tomado por una multitud de paseantes que llegaron a colapsar la marcha. Entre esta muchedumbre incluso hubo lugar para el paso de una pequeña manifestación que reclamaba la equiparación de los emigrantes sin papeles. Susana Fontán, una vecina de Sant Antoni, temía que "todo este despliegue acabe siendo aprovechado para la especulación inmobiliaria", aunque Yusuf Arrouni, un marroquí que lleva cinco años en Barcelona, decía sentirse asombrado por esa mezcla de gente y esperaba "que sirva para mejorar la seguridad de un barrio con algunos puntos negros". Núria Palleja, de la asociación Raíces de Chile, defendía que iniciativas como esta "pueden servir para que los colectivos de emigrantes se reivindiquen como vecinos".

La fiesta se presentó como el primer paso para devolverle a este entorno parte de sus pasadas glorias. Máximo Ortiz, propietario del bar Borrell, lo veía difícil, aunque confiaba en que iniciativas así puedan convertir este espacio en un eje para el turismo entre Ciutat Vella y Montjuïc. Para él la tolerancia con las terrazas va a ser clave, pues "si sólo ponen teatros sin contar con los establecimientos de la zona, será como ir a una boda con un traje bueno y los zapatos rotos".

Cuando se escribían estas líneas, todavía con varias horas de jolgorio por delante, Elvira Vázquez, directora de la fundación FEM Paral·lel, aseguraba que ya habían superado todas sus previsiones y auguraba con optimismo, pero sin cifras, que podrían llegar a las 100.000 personas. Habían tenido una masiva colaboración de entidades de los tres barrios implicados y una participación espectacular de los barceloneses. "¡Hasta el tiempo ha acompañado!", concluía.

Ya lo decía Núria Tobias, una vecina de Poble Sec: "Tendrían que organizar una fiesta así cada tres meses".

Multitud de personas participando en la fiesta del Paral.lel en la tarde de ayer.JOAN SÁNCHEZ

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