Crítica:

Lágrimas juveniles

Ahora que ya ha pasado el terremoto mediático alrededor de la visita de Hannah Montana, perdón, Miley Cyrus, pongamos las cosas en su sitio: el sello que marca la identidad de La última canción no es el de su actriz protagonista, sino el del autor de la novela en la que se basa, Nicholas Sparks, nombre que se sabe de memoria la ingente cantidad de chicas de entre 15 y 25 años que aman la película El diario de Noa. Sin embargo, como ya ocurriese en Noches de tormenta y en Querido John, otras dos novelas de Parks llevadas recientemente a la pantalla, no hay detrás un ...

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Ahora que ya ha pasado el terremoto mediático alrededor de la visita de Hannah Montana, perdón, Miley Cyrus, pongamos las cosas en su sitio: el sello que marca la identidad de La última canción no es el de su actriz protagonista, sino el del autor de la novela en la que se basa, Nicholas Sparks, nombre que se sabe de memoria la ingente cantidad de chicas de entre 15 y 25 años que aman la película El diario de Noa. Sin embargo, como ya ocurriese en Noches de tormenta y en Querido John, otras dos novelas de Parks llevadas recientemente a la pantalla, no hay detrás un director tan notable como Nick Cassavetes para controlar sus excesos melodramáticos. Y aquí, con Parks como guionista por vez primera, los abusos lacrimógenos reinan sobre los eternos conflictos de clase (y sobre Miley).

LA ÚLTIMA CANCIÓN

Dirección: Julie A. Robinson. Intérpretes: Miley Cyrus, Greg Kinnear, Liam Hemsworth, Bobby Coleman, Kelly Preston.

Género: drama. EE UU, 2010.

Duración: 107 minutos.

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