Columna

Soberbia

Aunque su título haga referencia a uno de los siete pecados capitales de la tradición cristiana, este artículo no pretende formular ninguna consideración moralizante, sino más bien una reflexión política. Una reflexión sobre el complejo de superioridad, sobre la arrogancia que a mi juicio, tal vez equivocado, se halla detrás de algunos recientes y ruidosos episodios de nuestra vida pública.

El caso más flagrante es el de la reforma de la Diagonal: todo el planteamiento y el desarrollo de la consulta fue un colosal ejercicio de autosuficiencia del poder municipal, convencido de que, sien...

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Aunque su título haga referencia a uno de los siete pecados capitales de la tradición cristiana, este artículo no pretende formular ninguna consideración moralizante, sino más bien una reflexión política. Una reflexión sobre el complejo de superioridad, sobre la arrogancia que a mi juicio, tal vez equivocado, se halla detrás de algunos recientes y ruidosos episodios de nuestra vida pública.

El caso más flagrante es el de la reforma de la Diagonal: todo el planteamiento y el desarrollo de la consulta fue un colosal ejercicio de autosuficiencia del poder municipal, convencido de que, siendo ellos los buenos, los sabios y los progresistas, el pueblo barcelonés refrendaría dócilmente sus caprichos. Sólo desde esa actitud mental puede entenderse que todavía el jueves 13 -cuando ya se acumulaban los indicios de fiasco- el presidente del grupo de Iniciativa en el Ayuntamiento, Ricard Gomà, siguiera propagando por escrito argumentos maniqueos según los cuales el triunfo de las opciones A o B era requisito indispensable para alcanzar "la ciudad amable, justa y sostenible que queremos", "la Barcelona de las personas", "la Barcelona ecológica del siglo XXI". Lo contrario -sostenía Gomà- equivaldría a perpetuar "la Diagonal de los coches y la contaminación", "inhóspita para las personas". Y la consulta en curso -de la que también él ocultaba la opción C- era un modo de "tejer de nuevo complicidades con la ciudadanía", "un ejercicio de plena radicalidad democrática". Mayores autocomplacencia y condescendencia, imposible.

En el asunto de la Diagonal, la realidad ha venido a deshinchar megalomanías y a poner las cosas en su sitio

Esta postura engreída, propia de quienes creen poseer la razón en régimen de exclusiva, el PSC e ICV la contagiaron incluso a entidades sociales que, por su carácter transversal, deberían haber permanecido neutrales en el debate. Que la Federación de Asociaciones de Vecinos o el Consell de la Gent Gran de Barcelona apoyasen la transformación de la Diagonal y, después, casi el 80% de los votantes barceloneses la rechazaran hace un flaco favor a la representatividad y a la imagen de dichas entidades. Pero, aun tras la derrota, hay dogmatismos que permanecen intactos: ya hemos podido leer que todo ha sido una artera jugada de "la derecha" sin principios para humillar al alcalde Hereu. Los buenos no se equivocan nunca...

La misma soberbia ideológica, parecido complejo de superioridad moral hallamos en la respuesta de Joan Boada a las críticas contra la gestión del Departamento de Interior. Sólo desde la arrogancia de quienes pretenden monopolizar la representación de las causas nobles y justas se explica que, teniendo en contra a todos los sindicatos policiales, a todos los sindicatos de bomberos, a la abrumadora mayoría del Consejo de la Policía, a toda la oposición parlamentaria y a buena parte de la opinión publicada, el único problema que Iniciativa admite en Interior sea la maldad intrínseca de "la derecha". Eso y -como aseveraba el pasado lunes la catedrática García Arán- que algunos no hemos "entendido" el proyecto de código ético propugnado por los señores Saura y Boada para la policía catalana.

Mi distinguida colega está en lo cierto: algunos no entendemos por qué, si ni el Cuerpo Nacional de Policía, ni la Guardia Civil, ni la Gendarmerie francesa, ni la Guarda Nacional Republicana en Portugal, ni los Carabinieri en Italia tienen códigos de ética propios, si a todos esos cuerpos les basta con las leyes generales y las normas europeas en la materia para ser policías democráticas y respetuosas de los derechos humanos, por qué a los Mossos d'Esquadra resulta imperativo y urgente dotarlos de un código de ética particular. ¿Acaso los mossos son más proclives a la brutalidad policial? ¿O tal vez de lo que se trata es de satisfacer los tics doctrinales de Iniciativa y de su entorno?

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En lo que concierne a la Diagonal, no la derecha, sino la realidad ya ha venido a deshinchar megalomanías y a poner las cosas en su sitio. Por lo que se refiere a Iniciativa en Interior, habrá que seguir teniendo paciencia... y ejerciendo la crítica, tan modesta como libre.

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