Análisis:EL ACENTO

Avaricia sin control

Definitivamente, este es el annus horríbilis de los controladores aéreos. Perdida la batalla contra el Ministerio de Fomento, también los jueces les derrotan. La sentencia hecha pública ayer por la Audiencia Nacional no sólo da la razón al Gobierno por haber terminado con sus privilegios con una ley que fue aprobada por una amplia mayoría en el Congreso, sino que les acusa de haber velado siempre por sus intereses personales y nunca por el servicio público de tránsito aéreo. Tal afirmación produce más inquietud que sus altos salarios. ¿Tan ocupados estaban en la conquista de sus privile...

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Definitivamente, este es el annus horríbilis de los controladores aéreos. Perdida la batalla contra el Ministerio de Fomento, también los jueces les derrotan. La sentencia hecha pública ayer por la Audiencia Nacional no sólo da la razón al Gobierno por haber terminado con sus privilegios con una ley que fue aprobada por una amplia mayoría en el Congreso, sino que les acusa de haber velado siempre por sus intereses personales y nunca por el servicio público de tránsito aéreo. Tal afirmación produce más inquietud que sus altos salarios. ¿Tan ocupados estaban en la conquista de sus privilegios laborales que descuidaron incluso la seguridad del tráfico aéreo?

Los hechos no lo demuestran. Sí evidencian una habilidad sin parangón en otros colectivos para lograr unos horarios y unas remuneraciones extraordinarias (300.000 euros anuales de media). Dicen los jueces que han conseguido, de hecho, unas condiciones laborales "únicas en la historia de la negociación colectiva española".

La sentencia es lo suficientemente dura como para dejar plenamente satisfechos a todos esos pasajeros que alguna vez se han sentido rehenes de las demandas de los controladores. En ella se afirma que con su ventajoso convenio los controladores habían conseguido una suerte de "estado de excepción permanente", y aunque nunca es tarde si el final es feliz es lógico preguntarse por qué ahora es tan sencillo meterlos en cintura cuando hace tan poco era misión imposible.

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Quizá son los elementos los que se han concitado contra los controladores. A la determinación del ministro de Fomento se ha sumado una crisis que acrecienta la irritación contra todo privilegio y unos jueces decididos a llamar a las cosas por su nombre. Pero no hay que olvidar que los controladores han remado a favor de este desenlace permitiendo que su avaricia rompiese el saco. Porque, como bien aclara la sentencia, su magnífico convenio habría quedado a salvo de no haber puesto en riesgo la viabilidad de AENA, la empresa que les paga y que, a pesar de los recortes, seguirá remunerándoles a razón de 200.000 euros al año. Con ese sueldo, los años horribles son bastante llevaderos.

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