Análisis:EL ACENTO

No vengáis, que es peor

Con los marcianos pasa igual que con los dioses: que si existen no hay quien los entienda. Como acaba de recordarnos el laureado físico Stephen Hawking, para creer en la vida extraterrestre no hay que tener una imaginación desbordada, sino que basta con hacer un par de cuentas. Ahí fuera, en el cielo nocturno, hay cientos de miles de millones de galaxias; sólo en la nuestra, la Vía Láctea, hay unos 200.000 millones de estrellas y, por lo que sabemos hoy, una cuarta parte de ellas pueden tener planetas girando en su órbita.

Es cierto que ninguno de los 400 planetas descubiertos hasta aho...

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Con los marcianos pasa igual que con los dioses: que si existen no hay quien los entienda. Como acaba de recordarnos el laureado físico Stephen Hawking, para creer en la vida extraterrestre no hay que tener una imaginación desbordada, sino que basta con hacer un par de cuentas. Ahí fuera, en el cielo nocturno, hay cientos de miles de millones de galaxias; sólo en la nuestra, la Vía Láctea, hay unos 200.000 millones de estrellas y, por lo que sabemos hoy, una cuarta parte de ellas pueden tener planetas girando en su órbita.

Es cierto que ninguno de los 400 planetas descubiertos hasta ahora se parece al paraíso de Flash Gordon. Más bien parecen el infierno de Dante, con temperaturas inhóspitas, atmósferas irrespirables, órbitas excéntricas y tamaños inconvenientes. Pero, en primer lugar, la culpa no es de esos mundos, sino de los primitivos sistemas que usamos para detectarlos. Las pequeñas y habitables Tierras seguramente se ocultan entre esos Jupíteres.

Y en segundo lugar, nuestra concepción de lo inhóspito se ha encogido mucho en los últimos tiempos: no hay rincón en nuestro propio planeta que merezca ese adjetivo para las bacterias, capaces de vivir y evolucionar en los tanques de ácido de las empresas químicas, en los reactores de las centrales nucleares, en las simas oceánicas y en las mayores profundidades subterráneas que han alcanzado nuestras sondas. Lo fácil es creer en los marcianos. "Para mi cerebro matemático", dice el británico Hawking, "los meros números hacen que pensar en extraterrestres sea perfectamente racional; el verdadero desafío es averiguar cómo pueden ser de verdad". Así es, en efecto.

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El último programa de la cadena televisiva estadounidense Discovery Channel, por ejemplo, pinta a los extraterrestres como "herbívoros de dos piernas, amarillos y con forma de lagarto", muy en la tradición de Hollywood, o al menos de ese Hollywood primigenio que hacía inquietantes películas de ciencia-ficción con presupuestos ínfimos, en los años cincuenta. A algunos de aquellos marcianos incluso les crecían hojas. Estaban enfadados por lo general, y calvos casi siempre. Si finalmente nos visitan los marcianos, sigue creyendo el profesor Hawking, pasará lo mismo que cuando Cristóbal Colón visitó América: "Que no salió bien para los nativos americanos".

Así se comportan las especies inteligentes, por lo que llevamos visto hasta ahora.

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