11-M: lo que aprendieron los médicos

Aprender de 775 heridos

Siete hospitales cuentan cómo afrontaron la tragediaLos cirujanos reconstruyen el atentado en un estudio - La mayoría de las heridas fueron en la cabeza - Las puertas cerradas del tren agravaron las lesiones

Aquella mañana del 11 de marzo de 2004, 10 explosiones casi simultáneas reventaron cuatro trenes de cercanías llenos de pasajeros camino a Madrid. Las bombas mataron en el acto a 177 personas. Otras 1.800 resultaron heridas. En minutos, los servicios de emergencia estaban en convoyes y andenes. Atendiendo y clasificando a los heridos; enviando a los más graves en ambulancia. En unos minutos más, las urgencias empezaron a recibirles: 250 al Marañón, 168 al 12 de Octubre... Hasta 775 heridos llegaron a siete grandes hospitales de Madrid.

Un desafío. Una experiencia de la que los profesion...

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Aquella mañana del 11 de marzo de 2004, 10 explosiones casi simultáneas reventaron cuatro trenes de cercanías llenos de pasajeros camino a Madrid. Las bombas mataron en el acto a 177 personas. Otras 1.800 resultaron heridas. En minutos, los servicios de emergencia estaban en convoyes y andenes. Atendiendo y clasificando a los heridos; enviando a los más graves en ambulancia. En unos minutos más, las urgencias empezaron a recibirles: 250 al Marañón, 168 al 12 de Octubre... Hasta 775 heridos llegaron a siete grandes hospitales de Madrid.

Un desafío. Una experiencia de la que los profesionales se propusieron aprender. Años después, los centros que trataron a las víctimas del 11-M publicaron en la revista World Journal of Surgery el balance de aquella jornada y de los días posteriores: heridas en cabeza y cuello, perforaciones de oído, pulmones destrozados... Sólo en las primeras 24 horas hicieron 124 grandes operaciones. "Nos llegaban lesiones que no vemos en el día a día, como accidentes de tráfico", recuerda el coordinador del trabajo y jefe de Cirugía de Urgencias del Gregorio Marañón, Fernando Turégano.

El pulmón de explosión es un ejemplo de esas lesiones con las que un médico no se encuentra: grandes contusiones pulmonares, a veces con hemorragia, por la onda expansiva. "Se vieron en víctimas sin signos externos", explica Turégano. Los detectaron con radiografías y TAC. Llegaron 43 casos así. Sobrevivieron casi el 90%.

La mayor parte de las heridas se produjeron en la cabeza, el cuello y la cara, las zonas más desprotegidas, según detalla el estudio. Casi la mitad de los heridos tenían perforada la membrana del tímpano. De ellos, el 60%, en los dos oídos. Hubo muchas heridas penetrantes en los ojos, por la metralla. Las fracturas más comunes fueron las maxilofaciales y las abiertas de huesos largos (fémur, tibia).

"Las puertas cerradas", asegura el trabajo, "incrementaron la tasa de personas que fallecieron inmediatamente". Las tres primeras bombas estallaron con el tren parado y las puertas abiertas. Causaron 29 muertes instantáneas. Las cuatro bombas del segundo, que estaba llegando a la estación y tenía las puertas cerradas, causaron 64 fallecimientos.

El tercer ataque fue "devastador", según el estudio. Aunque el tren estaba parado y sólo dos bombas detonaron, las puertas seguían cerradas: 67 muertes inmediatas. En el cuarto tren, con las puertas abiertas, murieron 17 personas. "La onda expansiva se refleja en las paredes y aumenta su intensidad, de ahí que la tasa de fallecidos en el acto sea mayor", explica Turégano. No hubo muchos casos de quemaduras graves, característica de las explosiones en espacios cerrados (el oxígeno se consume). El 50% de las operaciones en las primeras 24 horas fueron de traumatología.

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Las bombas causaron 177 muertes inmediatas y otras 14 en el hospital (nueve en los minutos u horas posteriores al ingreso; el resto falleció después). El porcentaje de pacientes que llegó en estado crítico y falleció fue de 19,5%. "Dentro de lo normal", precisa Turégano. Los autores no pudieron hacer seguimiento de sus pacientes a largo plazo, relata. Los heridos no quisieron tener que recordar.

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