Análisis:EL ACENTO

El resbalón de Rosa Díez

Rosa Díez se ha hecho unos cuantos amigos en el noroeste español. Iñaki Gabilondo le pidió el martes a la líder de UPyD en su programa Hoy de CNN+ que aportara una idea definitoria del presidente del Gobierno. "Podría ser gallego en el sentido más peyorativo del término", respondió ella con una leve sonrisa de connivencia. Y ahí se desató la tormenta.

Los tres partidos gallegos (PSG, PPG y BNG) se han rasgado las vestiduras y han considerado de manera unánime que la respuesta de Rosa Díez es un agravio a toda la sociedad gallega. Los socialistas incluso la han tachado de xenófoba...

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Rosa Díez se ha hecho unos cuantos amigos en el noroeste español. Iñaki Gabilondo le pidió el martes a la líder de UPyD en su programa Hoy de CNN+ que aportara una idea definitoria del presidente del Gobierno. "Podría ser gallego en el sentido más peyorativo del término", respondió ella con una leve sonrisa de connivencia. Y ahí se desató la tormenta.

Los tres partidos gallegos (PSG, PPG y BNG) se han rasgado las vestiduras y han considerado de manera unánime que la respuesta de Rosa Díez es un agravio a toda la sociedad gallega. Los socialistas incluso la han tachado de xenófoba. El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, ha visto en tal afirmación una falta de respeto y hasta la Academia de la Lengua Gallega ha protestado contra ella.

Acosada por las críticas, Rosa Díez aclaró ayer mediante un comunicado lo que seguramente muchos telespectadores entendieron a la primera: se refería al tópico de que los gallegos no se sabe si van o vienen. ¿Es eso peyorativo?, cabría preguntarse.

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Quizá a la vasca Díez (ya se sabe, los vascos, siempre de frente) le parece terrible que uno no defina siempre sus intenciones. A los jaraneros andaluces y a los secos castellanos a lo mejor les parece un síntoma de inteligencia, aunque a los laboriosos catalanes les puede resultar un motivo de inquietud. Vivimos entre estereotipos, entre prejuicios simplistas y empobrecedores que se abren paso con desparpajo en las charlas de café que, afortunadamente, nos esforzamos en desechar con un mayor y más rico conocimiento de la realidad. De modo que en boca de la veterana líder de un partido, que pretende ser renovador como es UPyD, echar mano de un tópico manido resulta tan descorazonador como sospechoso que los políticos gallegos se hayan subido al carro del victimismo con tanto entusiasmo.

Por lo demás, el incidente plantea algunas cuestiones. ¿Se habría molestado alguien si Rosa Díez hubiera nacido en Pontevedra? ¿Por qué a los políticos gallegos les resulta tan negativo que Zapatero parezca gallego? ¿Cuántos votos obtendrá UPyD en Galicia en las próximas elecciones?

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