"Los Gobiernos no impulsan las fusiones"

"Prefiero tener que ir a Madrid a negociar un crédito que hacerlo en A Coruña". La frase se la dijo hace unos días un empresario de Vilagarcía, localidad situada al Sur de Galicia, al diputado del PP Pedro Puy, uno de los padres de la ley que se ha suspendido. Es una anécdota, pero sirve para entender cómo escuece la fusión que plantea la Xunta en Vigo y alrededores, donde se interpreta la iniciativa de Núñez Feijóo como un atropello.

En los últimos meses la cuestión de las cajas ha desplazado del debate político gallego temas tan importantes como el paro, la falta de crédito o e...

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"Prefiero tener que ir a Madrid a negociar un crédito que hacerlo en A Coruña". La frase se la dijo hace unos días un empresario de Vilagarcía, localidad situada al Sur de Galicia, al diputado del PP Pedro Puy, uno de los padres de la ley que se ha suspendido. Es una anécdota, pero sirve para entender cómo escuece la fusión que plantea la Xunta en Vigo y alrededores, donde se interpreta la iniciativa de Núñez Feijóo como un atropello.

En los últimos meses la cuestión de las cajas ha desplazado del debate político gallego temas tan importantes como el paro, la falta de crédito o el batacazo inmobiliario. El alcalde de Vigo, el socialista Abel Caballero, no dudó en convocar una manifestación la semana pasada en contra de la fusión. Frente a todo pronóstico, unas 20.000 personas -300.000, según él- salieron a la calle azuzadas por mensajes como "nos van a quitar nuestra caja" o "la fusión terminará con la obra social". Y eso que el PP se esfuerza desde hace meses en presentar la unión como la única alternativa que cumple los dos parámetros que en su día exigieron los grupos parlamentarios gallegos: que se garantice la solvencia y el carácter gallego de las cajas.

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En otoño, antes de impulsar la reforma de la ley, Núñez Feijóo intentó que Caixanova cambiase de opinión prometiendo una unión "paritaria y equilibrada". A simple vista es difícil, porque los activos de Caixa Galicia suman 47.000 millones frente a los 26.000 de Caixanova. La primera tiene una red de 883 oficinas, casi 5.000 empleados (datos de 2008) frente a 577 sucursales y 3.464 personas en plantilla de la segunda.

El "no" de la entidad viguesa también -o principalmente- lo encarna su presidente, Julio Fernández Gayoso, de 78 años (más de 40 al frente de la caja) y con un pie en la jubilación. Defiende una fusión fría con cajas medianas. Aunque nunca ha presentado formalmente ningún proyecto, en las quinielas están Cajastur, Caja Cantabria, Sa Nostra y Caja Murcia. El plan b de Caixa Galicia está en unir sus destinos con Caja Madrid.

Con la fusión gallega cada vez más lejos, se empieza a cumplir el recado que este mismo jueves mandó a Feijóo el presidente del Gobierno. En el debate monográfico sobre la crisis económica advirtió que "son las cajas de ahorro las que promueven las fusiones, nunca un gobierno, y siempre bajo la atención y el criterio del Banco de España".

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