Apuntes

Universidad sostenible... y rentable

La Politécnica vigila hasta el último kilovatio - La Universitat llena de paneles solares los tejados - El beneficio anual para ambas es de 1,2 millones de euros

Hay un despacho en la Universidad Politécnica de Valencia desde el que se puede saber cuántos aires acondicionados hay conectados en el campus de Vera, qué hora es la adecuada (económicamente) para precalentar las instalaciones o qué luces se han quedado encencidas en las galerías que conectan, bajo tierra, las facultades. Se puede saber y se pueden apagar. El sistema evita el derroche energético habitual en las grandes organizaciones (la Politécnica mide casi un kilómetro cuadrado y tiene cerca de 60 edificios), y ahorra una respetable cantidad de dinero. En torno al millón de euros este año,...

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Hay un despacho en la Universidad Politécnica de Valencia desde el que se puede saber cuántos aires acondicionados hay conectados en el campus de Vera, qué hora es la adecuada (económicamente) para precalentar las instalaciones o qué luces se han quedado encencidas en las galerías que conectan, bajo tierra, las facultades. Se puede saber y se pueden apagar. El sistema evita el derroche energético habitual en las grandes organizaciones (la Politécnica mide casi un kilómetro cuadrado y tiene cerca de 60 edificios), y ahorra una respetable cantidad de dinero. En torno al millón de euros este año, afirma el catedrático Carlos Álvarez: un 19% menos en la factura de la luz.

Al otro lado de la avenida de Tarongers empieza el mayor parque fotovoltaico (discontinuo) de la ciudad. Se extiende por 8.000 metros cuadrados de los tejados de la Universitat de València. Y gracias a la prima de producción (la misma que disparó la aparición de huertos solares), los ingresos por la venta de energía dan para ir amortizando el crédito que la universidad solicitó para el despliegue y, además, obtener beneficios: este ejercicio, 230.000 euros netos, señala el gerente, Joan Oltra.

Las dos universidades públicas de Valencia orientaron sus proyectos de campus de excelencia hacia la sostenibilidad, y la apuesta era más que teórica. Los centros se han situado a la cabeza de políticas energéticas sostenibles en la ciudad. Poco después de que la Universitat llenara de paneles las cubiertas de su campo de Blasco Ibáñez, la Confederación Hidrográfica del Júcar, ubicada en la misma avenida, la imitó.

El sistema de la Politécnica, implantado y gestionado por Demanda Activa de Energía (una empresa spin off participada por profesores y por la propia universidad) está siendo probado en empresas del sector cárnico, como Campofrío. Red Eléctrica se ha interesado por el modelo para su posible extensión a otras universidades españolas, asegura el profesor Álvarez.

El éxito de la Universitat de València fue cosa de llegar a tiempo. Se registró en septiembre del año pasado, justo antes de que el Gobierno revisara a la baja la prima de la energía fotovoltaica (para reducir la factura y para aplacar lo que se llegó a considerar una burbuja verde).

Así que ahora compra la energía a 12 céntimos de euro (el kilovatio) y la vende a 47. Oltra prevé que el año que viene el parque se extienda a los dos edificios en construcción (Magisterio y Escuela de Ingeniería), y en una tercera fase "colmatar el resto de edificios". Los toldos de la cafetería de Burjassot, por ejemplo, serán reemplazados por placas solares para que den sombra y generen energía a la vez. Y en la biblioteca de Tarongers se instalarán unos tubos que aprovechan la luz por arriba y por abajo. La prima de la energía fotovoltaica ha caído, pero el coste de los equipos y de la instalación también lo han hecho.

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Álvarez muestra cómo funciona el gran hermano energético de la Politécnica en el ordenador de su despacho. El sistema, reconoce, puede controlarlo igual conectándose desde casa o durante una presentación en Estados Unidos. El sistema se basa en dos principios: utilizar los equipos que menos gasto energético comporten (cambiando los antiguos) y usarlos preferentemente a las horas en que resulta más barato (hay seis franjas). Se articula a través de 300 medidores distribuidos por el campus y la información se gestiona con una aplicación informática que la procesa en directo.

El profesor señala la pantalla: desde que el sistema fue implantado en enero en los lavabos del rectorado el ahorro sólo en extractores alcanza los 808 euros. Y en la Escuela de Ingeniería Técnica Industrial, desde que se instaló el 12 de junio hasta el 26 de noviembre, el ahorro ascendió a 32.800 euros. "Como la gente sabe que lo estás midiendo, se comportan mucho mejor", comenta. "Pero tampoco está siendo fácil: no existía una mentalidad de ahorro energética, ni de que te controlaran. Y eso se ha acabado".

Precios según el viento

Para una corporación del tamaño de la Universidad Politécnica de Valencia la energía tiene seis precios según el mes, el día de la semana y la hora. El nivel 6, el más caro, se da por ejemplo entre las 12 del mediodía y las 2 de la tarde de julio. El más barato se aplica los fines de semana y durante todo el mes de agosto. Las 8 de la mañana de los días laborables marcan una frontera: a partir de esa hora el kilovatio resulta considerablemente más gravoso. De modo que el sistema de gestión de demanda, dirigido por el profesor Carlos Álvarez y sus compañeros, conecta automáticamente la climatización (frío o calor, según la estación) de los edificios un buen rato antes para aprovechar la tarifa baja.

La energía se encarece en función de la demanda: cuanto más consumo hay más sube el precio, porque se incrementa la dificultad de la red para dar respuesta. Por eso es clave orientar la demanda. El modelo de franjas, implantado en el ámbito industrial, acabará trasladado al usuario particular, dice Álvarez.

"En el futuro veremos cambios de tarifas en función del viento que haya". En Finlandia, el precio se transmite a tiempo real. "Eso te permite saber cuánto costará mañana la energía y programarte. El objetivo es que los consumidores participen en la gestión del sistema".

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