AL CIERRE

Pasados de vueltas

Aseguraba Joseph Goebbels que una mentira repetida las suficientes veces se convierte en verdad. Este principio se puso en práctica con los resultados que todos conocemos. La tesis del primer propagandista del Reich me vino a la memoria el otro día -salvando las distancias entre la huerta y el Spree- escuchando al presidente valenciano Francisco Camps cuando respondía al juez que le preguntó qué era lo que le debía al famoso Bigotes, de la trama de corrupción Gürtel.

"Todos los valencianos me deben mucho porque he sacado adelante la Comunidad Valenciana; los valencianos me gritan "presi...

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Aseguraba Joseph Goebbels que una mentira repetida las suficientes veces se convierte en verdad. Este principio se puso en práctica con los resultados que todos conocemos. La tesis del primer propagandista del Reich me vino a la memoria el otro día -salvando las distancias entre la huerta y el Spree- escuchando al presidente valenciano Francisco Camps cuando respondía al juez que le preguntó qué era lo que le debía al famoso Bigotes, de la trama de corrupción Gürtel.

"Todos los valencianos me deben mucho porque he sacado adelante la Comunidad Valenciana; los valencianos me gritan "presidente, presidente" cuando me ven por la calle", dijo con aire torero. El juez insistió: "No, señor Camps, lo que le pregunto es ¿qué le debe el señor Pérez?". Y Camps, mirando al tendido zanjó: "Todos reconocen mi empuje como presidente". El magistrado se dio entonces por vencido: "Bien, es suficiente", dijo.

Me dije que Valencia es un lugar curioso, pero que algo así no podía suceder en Cataluña. Sin embargo, el otro día, escuchando por la radio el debate de los Presupuestos en el Parlament, descubrí que la globalización está aquí y ha llegado para quedarse.

Se le pedía al líder de CiU, Artur Mas, que su partido devuelva los 633.000 euros que recibió, a través de la Fundación Trias Fargas, procedentes de las arcas del Orfeó Català. Cualquiera que haya seguido, aunque sólo sea superficialmente, el relato del saqueo del Palau de la Música realizado por el gran prócer catalán Fèlix Millet, le parecerá obvia esta demanda de reposición. Pues no. Mas replicó que no iba a "caer en la trampa" ni a "picar el anzuelo" de quienes, en su opinión, sólo querían jugar al "pim-pam-pum". A los ciudadanos, aseguró impávido, este asunto no les interesa.

¿Camps, Mas y todos los demás son conscientes de que tenemos la permanente sensación de que se nos mean encima y dicen que llueve? ¿Qué tendremos que hacer para que los políticos de este país acepten el hecho incuestionable de que la ciudadanía les ha retirado la credibilidad, duda de su honestidad y considera que son una oligarquía cleptómana a la que sólo le interesan sus intereses gremiales?

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