Análisis:EL ACENTO

Laporta, líder accidental

Stirling, la batalla en que las tropas del escocés William Wallace infligieron una humillante derrota a los ingleses, figura en letras de oro en el frontispicio del imaginario nacionalista de Joan Laporta. Su teléfono móvil homenajea las esencias de su pensamiento. Cuando recibe llamadas suena la banda sonora de la película Braveheart, sobre la gesta de Wallace, o bien el himno catalán, Els Segadors. Laporta es capaz de compatibilizar ser el gran esperado por la formación independentista radical Reagrupament con estar en primera línea de la marcha de antorchas que Esquerra organi...

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Stirling, la batalla en que las tropas del escocés William Wallace infligieron una humillante derrota a los ingleses, figura en letras de oro en el frontispicio del imaginario nacionalista de Joan Laporta. Su teléfono móvil homenajea las esencias de su pensamiento. Cuando recibe llamadas suena la banda sonora de la película Braveheart, sobre la gesta de Wallace, o bien el himno catalán, Els Segadors. Laporta es capaz de compatibilizar ser el gran esperado por la formación independentista radical Reagrupament con estar en primera línea de la marcha de antorchas que Esquerra organizó ayer en homenaje a Lluís Companys, presidente de la Generalitat de cuyo fusilamiento tras consejo de guerra franquista se cumplían 69 años.

Y de la comitiva de ayer se convirtió en líder accidental, pues al líder republicano Joan Puigcercós se le estropeó el coche y llegó tarde. Hay situaciones premonitorias. Los independentistas se disputan los votos que le puede reportar la popularidad de Laporta, pero al tiempo lo vigilan con el rabillo del ojo, no fuera el caso que la propensión caudillista del presidente del Barça acabara por devorarlos.

Pero, de momento, el nombre de Laporta es coreado por el nacionalismo ecuménico. Incluso el actual dirigente de Convergència, Àngel Colom -el mismo que recibió varios millones del Palau de la Música para pagar deudas electorales-, minimizó la figura del presidente José Montilla frente al gigantismo de Laporta.

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Tal vez si Plutarco pudiera reescribir sus vidas paralelas elegiría como pareja de Laporta a alguien que estuviera a su nivel, como Silvio Berlusconi. Del fútbol a la política de primera línea. Il Cavaliere compró el Milan y Laporta es presidente electo del Barça, pero compartir esa constante de la voracidad les hace apuntar alto. Ambos se envuelven en sus respectivas banderas cuando se sienten atacados: uno, por los "jueces rojos"; el otro, por lo que denomina "caverna mediática".

Ambos han compartido un gesto de buen gusto: tener a Frank Rijkaard como amuleto de la suerte. Y ambos se consideran hombres de honor capaces de tratar de "imbéciles" a quienes les contradicen públicamente.

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