Análisis:EL ACENTO

Ayunar para ser jóvenes

La búsqueda de la eterna juventud se confunde muchas veces con la de la inmortalidad, y de ahí una de las razones, quizá la menos científica, para subrayar la importancia de los experimentos para prolongar la vida cuyos resultados acaba de publicar la revista Science. Tras dos décadas investigando sobre primates, un grupo de científicos estadounidenses ha llegado a la conclusión de que reducir la ingesta de alimentos en un 30%, siempre y cuando se respete la proporción de nutrientes esenciales, permite vivir más a los machos y mucho más a las hembras. A grandes rasgos, la hipótesis vien...

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La búsqueda de la eterna juventud se confunde muchas veces con la de la inmortalidad, y de ahí una de las razones, quizá la menos científica, para subrayar la importancia de los experimentos para prolongar la vida cuyos resultados acaba de publicar la revista Science. Tras dos décadas investigando sobre primates, un grupo de científicos estadounidenses ha llegado a la conclusión de que reducir la ingesta de alimentos en un 30%, siempre y cuando se respete la proporción de nutrientes esenciales, permite vivir más a los machos y mucho más a las hembras. A grandes rasgos, la hipótesis viene a sugerir que el organismo de los primates retribuye el sacrificio de renunciar a un tercio de cada colación prolongando la vida. Falta por saber si algo semejante ocurriría con los humanos, después de haber comprobado que esta nueva ley del ayuno también funciona en gusanos y ratones. No se sabe si el experimento ya ha comenzado con hombres y mujeres. Por lo menos, no se sabe si lo ha hecho de manera oficial, puesto que, fuera de laboratorio, es incontable el número de personas que se propone comer menos cada vez que el verano se acerca a algunas latitudes.

Si por el momento no es seguro que ingerir un 30% menos de alimentos prolongue la vida de los humanos, sí existen, en cambio, ciertas posibilidades de que aumentar la proporción de ayuno permita alcanzar la inmortalidad. Es verdad que no ha sido la ciencia norteamericana la que ha suministrado esta hipótesis complementaria de la que acaba de publicar la revista Science, sino el refranero español, esa inagotable fuente de sabiduría con la que el casticismo ha querido muchas veces despachar los refinamientos del método experimental.

Quién no recuerda, por ejemplo, el burro del cuento que, según decía su ahorrador propietario, se murió justo cuando se había acostumbrado a no comer? Fue una pena que el relato no deje constancia de alguien a quien se le ocurriera comprobar, espoleado por el espíritu científico, si el burro gozó de algo parecido a una eterna juventud. Porque lo que sí alcanzó gracias al ayuno fue la inmortalidad.

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