Crítica:

Fallido '3 y medio'

Transcurrido el primer tercio de V. O. S. -nuevo acercamiento del catalán Cesc Gay a las crisis afectivas, basado en una obra teatral de Carol López- uno de los personajes sale de su rol de ficción para introducirse en un segundo plano (también de ficción pero supuestamente real) e inquiere con la siguiente frase a otro de los personajes, un guionista que parece un trasunto del propio autor: "¡Perdona, pero no se entiende nada! ¡No sé por qué utilizas estas estructuras tan raras para contar las cosas...!". En ese momento, después de media hora de resquemores en la butaca, de incomprensi...

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Transcurrido el primer tercio de V. O. S. -nuevo acercamiento del catalán Cesc Gay a las crisis afectivas, basado en una obra teatral de Carol López- uno de los personajes sale de su rol de ficción para introducirse en un segundo plano (también de ficción pero supuestamente real) e inquiere con la siguiente frase a otro de los personajes, un guionista que parece un trasunto del propio autor: "¡Perdona, pero no se entiende nada! ¡No sé por qué utilizas estas estructuras tan raras para contar las cosas...!". En ese momento, después de media hora de resquemores en la butaca, de incomprensión hacia un juego de espejos en el que realidad y ficción, el cine dentro del cine, pretenden interactuar con la mayor naturalidad, el crítico piensa que por fin acaba de oír la primera frase con sentido de la película. ¿Qué es lo que ha llevado a Cesc Gay a introducir semejante confesión? ¿Ironía metalingüística o detalle de inseguridad y autojustificación?

V. O. S.

Dirección: Cesc Gay.

Intérpretes: Àgata Roca, Vicenta Ndongo, Andrés Herrera, Paul Berrondo.

Género: comedia. España, 2009. Duración: 85 minutos.

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Fallido ejercicio de amor al arte de crear que, en su esencia, resulta inservible, y que en su desarrollo adolece de una sorprendente ingenuidad, la película sólo contiene algunas pinceladas de la demostrada capacidad del autor de las excelentes Krámpack, En la ciudad y Ficció para acercarse al mal de amores y a la rutina de la pareja.

Tras tres películas y media (si le añadimos la codirección de Hotel Room, junto a Daniel Gimelberg), Gay se plantea ahora su oficio a través de su obra, como ya hiciese Fellini en Ocho y medio (su octavo trabajo y medio). Sin embargo, a Gay se le podría aplicar uno de los pensamientos del italiano durante el rodaje de su mítica película: "Me siento como un empleado de estación que, vendidos los billetes, acomodados los viajeros y colocadas las maletas, se preguntara: ¿y dónde están las vías?".

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