Análisis:Cosa de dos

Historia

Éste es un dato interesante: el mayor éxito de esta temporada, por encima de la final de Champions y otros clásicos deportivos, ha sido la miniserie de TVE 23-F: el día más difícil del Rey. Más de 6,7 millones de espectadores, según las extrapolaciones y cálculos de las empresas que se dedican a esas cosas, vieron a Lluís Homar disfrazado de Monarca, con su raqueta de tenis y su polo de marca, a Juan Luis Galiardo en el papel del taimado Armada y a Emilio Gutiérrez Caba como fiel Sabino.

Aquellos hechos, tan graves y tan ridículos, ocurrieron en 1981, hace casi 30 años. Buena par...

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Éste es un dato interesante: el mayor éxito de esta temporada, por encima de la final de Champions y otros clásicos deportivos, ha sido la miniserie de TVE 23-F: el día más difícil del Rey. Más de 6,7 millones de espectadores, según las extrapolaciones y cálculos de las empresas que se dedican a esas cosas, vieron a Lluís Homar disfrazado de Monarca, con su raqueta de tenis y su polo de marca, a Juan Luis Galiardo en el papel del taimado Armada y a Emilio Gutiérrez Caba como fiel Sabino.

Aquellos hechos, tan graves y tan ridículos, ocurrieron en 1981, hace casi 30 años. Buena parte de los espectadores de la miniserie, y muchos de los lectores del espléndido relato Anatomía de un instante, la recreación del 23-F que Javier Cercas ha publicado también esta temporada, deben ser demasiado jóvenes para recordar el esperpéntico golpe frustrado y la tremenda tensión (terrorismo, crisis, incertidumbre) que rodeó los tramos finales de la transición.

¿Por qué nos interesa aquel atormentado pasaje histórico? Probablemente, aventuro, porque ofrece un excelente material narrativo. Vistos con la perspectiva del tiempo, los protagonistas del tránsito desde la dictadura a la democracia representativa adquieren una formidable estatura. La miniserie de TVE se centró en la figura del Rey; Cercas, en cambio, se fija especialmente en dos héroes que no aparecían en la miniserie porque estaban en ese momento secuestrados en el Congreso: el presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, y el vicepresidente, general Manuel Gutiérrez Mellado. El valor físico y moral que demostraron esos dos hombres, y la entereza resignada de Santiago Carrillo, constituyen un ejemplo eterno.

¿Hará alguien, dentro de 30 años, una miniserie sobre lo de ahora? ¿Habrá algún guionista capaz de contar esta época en la que ocurre de todo y no pasa nada? Prefiero no pensarlo. Salvo catástrofe que nos convierta, retrospectiva y colectivamente, en Witizas o Boabdiles, nadie mostrará, me temo, gran interés en nosotros y en este tiempo nuestro, tan egoísta, tan conformado, tan bobo.

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