Tribuna:

El futuro del Fondo de Reordenación

Una gran mayoría de los analistas de la economía española prevé evoluciones para la misma que implican en 2010 y 2011 una importante contracción de los ingresos recurrentes del sistema bancario español (bancos y cajas) y un alza significativa en los niveles de morosidad actualmente soportados por el sistema.

Aunque la generación de ingresos no recurrentes sin duda contribuirá a aliviar la situación, parece cierto que, si el curso real de la economía española no se endereza, serán varias las entidades del sistema bancario que puedan sufrir pérdidas que reduzcan su capital por debajo del ...

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Una gran mayoría de los analistas de la economía española prevé evoluciones para la misma que implican en 2010 y 2011 una importante contracción de los ingresos recurrentes del sistema bancario español (bancos y cajas) y un alza significativa en los niveles de morosidad actualmente soportados por el sistema.

Aunque la generación de ingresos no recurrentes sin duda contribuirá a aliviar la situación, parece cierto que, si el curso real de la economía española no se endereza, serán varias las entidades del sistema bancario que puedan sufrir pérdidas que reduzcan su capital por debajo del mínimo regulatorio. El FMI, en su reciente informe sobre España (abril 2009), estima que su número podría llegar a ser de 20 y les asigna una cuota de mercado próxima al 20%.

Ahora bien, tanto la posterior recuperación económica como la transformación de algunos de los parámetros que han venido caracterizando el escenario financiero, mueven a suponer que la mayoría de esas mismas entidades financieras amenazadas por las pérdidas en los años inmediatos, podrían operar rentablemente en los que les siguen (y, más aún, si se las compromete a su oportuna reestructuración)

Evidentemente, la utilización del futuro Fondo de Reordenación Bancaria (FROB) para facilitar el tránsito en esos dos "años de plomo" mediante la recapitalización de las entidades que, necesitándolo, ofrezcan además una firme garantía de viabilidad, disminuiría radicalmente el "riesgo de intervención" para el Banco de España y, paralelamente, el costo público de la gestión de la crisis (puesto que las recapitalizaciones, bien diseñadas, deberían tener un costo nulo).

Por el contrario, reservar el FROB solamente para respaldar financieramente las intervenciones de entidades, elevaría notablemente el número y el costo de tales actuaciones, al tiempo que, por ello, plantearía un difícil problema de gestión de las entidades intervenidas.

En general, la flexibilidad en cualquiera de los aspectos del FROB parece ser una de las características más importantes para facilitar su éxito. Así, por ejemplo:

- En cuanto a los compromisos adquiridos respecto de su reestructuración por las entidades auxiliadas (plan de viabilidad): En efecto, se habla siempre de fusiones, y no hay duda de que en muchos casos está será la mejor de las vías, pero no debiera prescindirse de otras estrategias de gran potencial como la focalización en las fortalezas de la entidad, con abandono de los territorios en los que no es uno de los jugadores importantes y con la externalización de aquellos procesos en los que no posee ventaja competitiva (outsourcing). Tampoco la cooperación debe ser omitida como instrumento complementario.

- Respecto del ámbito espacial, sería de la mayor conveniencia que la posibilidad del veto por las comunidades autónomas concernidas en una fusión no obligue a opciones de second best, que no sólo rebajarían los resultados alcanzables en eficiencia para el sistema, sino que impulsaría la evolución de las cajas españolas hacia un sistema de bancos públicos regionales, de cuya ineficacia existen sobrados testimonios pasados y presentes (obsérvese la polémica actual sobre los landesbanken alemanes).

- Finalmente, la flexibilidad también debería presidir el diseño de las condiciones formales de los planes de viabilidad puesto que, por ejemplo, el establecimiento de plazos cortos y rígidos en la elaboración de dichos planes, junto con el automatismo de la intervención de la entidad en caso de su incumplimiento, impondría al Banco de España actuaciones poco recomendables, tanto desde la perspectiva de la eficiencia del sistema como desde el objetivo de la minimización del costo público de la gestión de la crisis.

Todas estas cuestiones son merecedoras de una cuidadosa consideración porque un buen funcionamiento del FROB no sólo tiene consecuencias positivas sobre la eficiencia y competitividad de nuestro sistema bancario sino también sobre el flujo de crédito a la economía real y, consecuentemente, sobre la capacidad de esta para superar la crisis actual.

Juan Ramón Quintás es presidente de la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA).

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