Más de cien familiares de ancianos denuncian a una residencia geriátrica

La Comunidad abre una investigación al centro Artevida de Alcobendas

"¡Esto es una vergüenza!", dice, y lo repite muy indignada cada ratito, sentada en una silla, una anciana vestida de rojo. Vive en la residencia para personas mayores Artevida de Alcobendas, un centro concertado de la Comunidad que ayer celebró su primer aniversario. Un cumpleaños enturbiado por una carta de denuncia firmada por más de 100 familiares (en total son 110 residentes los que alberga, aunque hay capacidad para 180 plazas). Un pliego que subraya algunas deficiencias relevantes. Por ejemplo, "confusión en las medidas y las horas de toma de los medicamentos". O el deambular durante hor...

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"¡Esto es una vergüenza!", dice, y lo repite muy indignada cada ratito, sentada en una silla, una anciana vestida de rojo. Vive en la residencia para personas mayores Artevida de Alcobendas, un centro concertado de la Comunidad que ayer celebró su primer aniversario. Un cumpleaños enturbiado por una carta de denuncia firmada por más de 100 familiares (en total son 110 residentes los que alberga, aunque hay capacidad para 180 plazas). Un pliego que subraya algunas deficiencias relevantes. Por ejemplo, "confusión en las medidas y las horas de toma de los medicamentos". O el deambular durante horas de los ancianos con demencia por los pasillos. O el olvido en el salón de personas que se han hecho sus necesidades. Todo ello con una apostilla final: "Falta personal".

"Las píldoras de mi madre acaban en el suelo", se queja Mari Ángeles

"Las píldoras de mi madre acaban en el suelo y hemos de ir todos los días mi hermana y yo por turnos para darle las pastillas al comer, porque si no olvidan la medicación", levanta la voz Mari Ángeles Álvarez, una de las familiares que ha elevado su protesta a Santiago Morán, de la Dirección General del Mayor del gobierno regional. Este organismo decidió ayer crear una comisión de investigación para evaluar las quejas y sancionar, en su caso, al centro.

Isabel, que prefiere no precisar su apellido, asegura que sólo tres personas auxilian a 25 mayores en las comidas. "Van danzando de persona en persona sin dar abasto", clama. Una descripción que también suscribe una antigua trabajadora de la residencia, que señala "los muchísimos fallos cotidianos" que afectan al centro. Por ejemplo, que sólo posee una grúa (que levanta a los mayores) para todas las plantas, "con lo que muchas veces se han hecho pis o caca encima al no poder aguantar". Los denunciantes también hablan de pérdidas de ropa, llegando "a ser difícil vestir a algunos de los residentes por falta de prendas".

Desde Artevida, perteneciente al grupo empresarial Avantis, conceden que puede haber "fallos puntuales y que todo es mejorable", pero señalan que tienen en plantilla a 80 personas, lo que supone una ratio superior al que exige la Consejería de Asuntos Sociales para sus conciertos (uno por cada dos): "Igual es necesario subir esos ratios, pero nosotros no racaneamos con nuestros centros de mayores. De hecho, hemos invertido 11 millones de euros en éste en concreto", insiste un portavoz del grupo, al tiempo que acusa a los responsables del acopio de firmas de "no explicar correctamente a los firmantes qué es lo que estaban denunciando con exactitud. Muchos creían que simplemente se pedía más gente trabajando". Desde el centro también recalcan que el porcentaje de plazas concertadas es del 35% y que cumplen con las periódicas inspecciones a las que les somete la Comunidad.

Ayer, en la celebración -un breve acto del que excusó su ausencia el alcalde del PP de Alcobendas, Ignacio García de Vinuesa- una cincuentena de ancianos escuchaban sin mucho entusiasmo los brevísimos discursos de la directora del centro, Paloma García, insistiendo en su propósito de "hacer una vida mejor para todos, trabajadores y residentes". Los trabajadores, todas ellas trabajadoras, se afanaban en el control de las residentes despistadas: "¿Qué es esto?", repetían desorientadas varias personas. Mientras, a lo lejos, se escuchaba el grito recurrente de la viejecita de rojo: "¡Esto es una vergüenza!", sin que nadie supiera muy bien a qué cosa se refería. En los pasillos, inmaculados, fotos pegadas en cartulinas de la llegada de Papa Noel a repartir regalos.

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Pilar Sánchez Acera, diputada regional del PSOE e insistente denunciante de las carencias de las residencias madrileñas, considera el caso "una muestra más de las continuas carencias y problemas que genera el sistema implantado por la consejería, que además mantiene enormes listas de espera".

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