Análisis:Histórico cambio de Gobierno en Euskadi

Cerrar el paréntesis

El discurso de Ibarretxe de ayer por la mañana sonó a despedida, aunque esperase a su intervención final de la tarde para anunciarla. Su discurso despejó muchas dudas en quienes cuestionaban el extraño acuerdo entre el PP y PSE para que Patxi López fuera investido lehendakari. Volver a oír a Ibarretxe decir que el primer problema de Euskadi es la falta de reconocimiento del derecho a decidir y deslegitimar con planteamientos etnicistas al lehendakari elegido ayer en el Parlamento sonó a tiempo pasado incluso en sectores del nacionalismo autonomista. Y, más aún, tras los dos meses...

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El discurso de Ibarretxe de ayer por la mañana sonó a despedida, aunque esperase a su intervención final de la tarde para anunciarla. Su discurso despejó muchas dudas en quienes cuestionaban el extraño acuerdo entre el PP y PSE para que Patxi López fuera investido lehendakari. Volver a oír a Ibarretxe decir que el primer problema de Euskadi es la falta de reconocimiento del derecho a decidir y deslegitimar con planteamientos etnicistas al lehendakari elegido ayer en el Parlamento sonó a tiempo pasado incluso en sectores del nacionalismo autonomista. Y, más aún, tras los dos meses transcurridos desde las elecciones vascas y la inmediata decisión de Patxi López de gobernar con apoyo del PP que había empezado a acostumbrar a la sociedad vasca a un lenguaje distinto. El regreso al túnel del tiempo de Ibarretxe de ayer sólo podía saldarse con su retirada.

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Ibarretxe ha sido un paréntesis, de una década, en la política vasca que el discurso de López puso de relieve con su voluntad de regreso a los acuerdos entre nacionalistas y no nacionalistas y su renuncia a entrar en las instituciones vascas como elefante en cacharrería. Evocó la etapa anterior a la década de Ibarretxe, la de José Antonio Ardanza de lehendakari -que ayer siguió con atención el debate desde un palco-, la de los Gobiernos de coalición del PNV y PSE, de los grandes pactos, como el de Ajuria Enea para el fin de ETA, y del gran impulso al Estatuto que tanto contribuyó a la prosperidad vasca.

La dimisión de Ibarretxe puede facilitar el regreso a esa etapa, pero con lehendakari socialista. Depende del PNV, pero por López no quedará al recuperar ayer el mensaje de la era Ardanza, al subrayar la aportación del PSE a esa etapa y adaptarlo a la Euskadi de hoy. López marcó el nuevo camino, al fijar como prioridad el fin de ETA y el marco de la Constitución y el Estatuto. Una expresión que supone el acatamiento a la Ley de Partidos; el apoyo político a la Ertzaintza en la lucha contra ETA; su deslegitimación social y la revitalización del Estatuto para resolver los problemas de los vascos y no temas identitarios. Para ello cuenta con el apoyo incondicional del Gobierno de Zapatero.

López tiene el reto de situar a su Gobierno en la centralidad con el apoyo social a sus planes contra la recesión y la deslegitimación etarra. Tendrá que apresurarse en visualizar el cambio. El debate confirmó que, para empezar, sólo le apoya el PP de Basagoiti, que reivindicó con tino el Estatuto como punto de encuentro de los vascos. La dimisión de Ibarretxe abre nuevas expectativas a esta etapa. El PNV tendrá que decidir si opta por el soberanismo, que ayer defendió Egibar, o gira al autonomismo, lo que confirmaría que la era Ibarretxe ha sido un mero paréntesis hasta en el PNV.

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