Análisis:EL ACENTO

Imposible el ademán

Han sido días de intensa diplomacia entre los líderes mundiales, tan amigos todos de gustar al público y a las cámaras. En eso, Obama ha ganado por goleada. Pero ha habido algunos políticos europeos que merecen una mención especial. Berlusconi, Sarkozy, Zapatero: cada cual ha tenido su momento de gloria.

Il Cavaliere estropeó una coreografía minuciosamente preparada por entretenerse hablando por su telefonino. Se ha excusado diciendo que seguía arreglando

el mundo (estaba convenciendo a Erdogan, el primer ministro de Turquía, para que aceptase al danés Rasmussen com...

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Han sido días de intensa diplomacia entre los líderes mundiales, tan amigos todos de gustar al público y a las cámaras. En eso, Obama ha ganado por goleada. Pero ha habido algunos políticos europeos que merecen una mención especial. Berlusconi, Sarkozy, Zapatero: cada cual ha tenido su momento de gloria.

Il Cavaliere estropeó una coreografía minuciosamente preparada por entretenerse hablando por su telefonino. Se ha excusado diciendo que seguía arreglando

el mundo (estaba convenciendo a Erdogan, el primer ministro de Turquía, para que aceptase al danés Rasmussen como nuevo secretario de la OTAN), pero el caso es que dejó plantada a Angela Merkel. La canciller alemana lo esperaba a un lado del Rin, como esperaba al resto de dirigentes, para cruzar por un puente al otro lado del río, a la zona francesa. Sarkozy los iba a esperar a la mitad

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de camino. No hubo manera: Berlusconi siguió pegado al móvil, caminando como un fantasma, y gesticulando como Alberto Sordi.

Lo de Sarkozy ha sido un gesto con menos consecuencias protocolarias, pero que ha levantado polvaredas. Dicen que envidia la popularidad y el porte

de Obama y, quizá

por demostrar que él también vale lo suyo

a pesar de la estatura, decidió colocar su mano en el trasero de su esposa, Carla Bruni, justo en el momento

en que los fotógrafos disparaban. Así que

se volvió hacia ellos

y sonrió: es mía.

En cuanto al presidente Zapatero, lo suyo no ha sido ni falta de consideración, ni picardía. Había quedado en que hablaría con Obama de sus cosas unos 25 minutos, y llegó a los 45. En el minúsculo encuentro de ambos con la prensa previo a la entrevista, el líder español no ocultaba su satisfacción. Llevaba mucho tiempo esperando ese momento y todos los rasgos de su rostro confluyeron en un gesto de entrega.

Con unos líderes

tan humanos, demasiado humanos, aún se entienden

menos los disturbios protagonizados por los activistas antiglobalización. ¿Para qué tanta furia contra

unos tipos

tan simpáticos?

¿Se han fijado en la imagen que atrapó a los líderes tras hacerse la foto de familia? Dan un pequeño salto y revelan lo que

de verdad saben hacer: bailar

el twist.

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