Reportaje:

Con la cámara por el barrio de al lado

Un fotógrafo de 21 años retrata la capital a través del equipo de fútbol de Orcasitas

"De corazón, ¿qué te parecen?". Dimitri Stefanov le pregunta al fotógrafo sobre sus retratos en blanco y negro. Aparentemente está inseguro. Dice que ni es fotógrafo ni es artista. "Cuando gane un Pulitzer o un World Press, quizá", concede. Pero ahora, no. A sus 21 años, este búlgaro, que no es ni de aquí ni de allá, según sus propias palabras, expone en la Escuela de Fotografía y Centro de Imagen (Efti). Para él, todo un honor. Para la escuela, un lujo. Un día cogió el metro, viajó tres paradas y se bajó en Orcasitas. Dos meses y medio después, el resultado es un reportaje del equipo de fútbo...

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"De corazón, ¿qué te parecen?". Dimitri Stefanov le pregunta al fotógrafo sobre sus retratos en blanco y negro. Aparentemente está inseguro. Dice que ni es fotógrafo ni es artista. "Cuando gane un Pulitzer o un World Press, quizá", concede. Pero ahora, no. A sus 21 años, este búlgaro, que no es ni de aquí ni de allá, según sus propias palabras, expone en la Escuela de Fotografía y Centro de Imagen (Efti). Para él, todo un honor. Para la escuela, un lujo. Un día cogió el metro, viajó tres paradas y se bajó en Orcasitas. Dos meses y medio después, el resultado es un reportaje del equipo de fútbol del barrio. El que quiera ver balones, que espere sentado.

Es un artista, aunque lo niegue. Pero no de sombrero y americana. Él prefiere los pendientes con brillantes falsos de 12 euros, tejanos y bambas. El clásico arreglado, pero informal. "Antes era un guaperas y esperaba a que llegara el fin de semana para enrollarme a tías", explica. Ahora todo ha cambiado. "Me estoy quedando calvo", bromea. Ya no sale. Desde que topó con la fotografía sólo tiene una meta en la vida: disparar el objetivo. Eso, y su familia, sus amigos y su novia, Lucía. Lo cuenta gesticulando mucho, clavando la mirada en el interlocutor y repitiendo constantemente: "Hay que trabajar duro, muy duro".

A los 14 años, Dimi, como le llaman sus amigos, viajó de Bulgaria a España. Su padre, Dimitar, abandonó cuatro años antes Pleven para buscarse la vida aquí como soldador. Luego se unieron Dimi y Ani, su madre. "Era escalador y mis padres pensaron que en Madrid tendría más futuro". Pero en lugar de trepar, al chaval le dio por darle patadas al balón. Empezó a jugar en el Orcasitas, luego ascendió al Fútbol Club Roma. Todo parecía fenomenal. "Incluso hablaban de ojeadores del Real Madrid". Pero hubo un problemilla con su nacionalidad y Dimi tuvo que dejar el fútbol. "Me dio un bajón. Soy de altos y bajos", reconoce, sin pudor.

Se deprimió... "Y me perdí", dice. Trabajó en "los andamios", luego lo dejó y se buscó un empleo de noche, en un bar de copas, explica. Su español es perfecto, con un gracioso acento gaditano, salpicado de quillos y pishas, aunque él lo atribuye a la influencia de un amigo marbellí. Y siguió "perdido", hasta que un día le dio el venazo: "Papá, quiero ser fotógrafo", soltó. "¿Cómo vas a serlo, chiquillo?", dice que le respondió su padre. Dimi tampoco lo sabía. Quería serlo y ya está, pero no tenía ni una cámara. Los primeros días, cuando tomaba una foto, todo le salía negro. No sabía calibrar la luz. "Pensaba que mi cámara estaba rota", recuerda.

De eso hace dos años. Ya no queda rastro del Dimi inexperto, a juzgar por su exposición No va de fútbol. Primeros planos de hombres que bien podrían venir de la guerra, jugadores de fútbol convertidos en gladiadores que salen a la arena, antenas, edificios, tejados de uralita...

"Yo rompo la luz. Resalto lo que me interesa y lo demás lo dejo atrás, en negro", explica el joven. Se enganchó de verdad a la foto con el conflicto en la Cañada Real. Se pasó tres meses, yendo día sí, día también a retratar lo que pasaba. Luego llegó el conflicto en Las Mimbreras, el hipódromo, Lavapiés.

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"Me gusta el documentalismo y para hacerlo no es necesario irse a Palestina", sostiene. Para su exposición, eligió al equipo de Orcasitas porque le queda a tres paradas de metro. Su truco es "buscar la belleza que a primera vista no está". En breve quiere recorrer España, retratando otros equipos de fútbol regional. Luego, le gustaría editar un libro. "Si a los 35 años no he conseguido nada, me iré a los andamios", dice. Por ahora, se siente en una nube. Exponer, que le entrevisten. Y no se lo acaba de creer: "¿De verdad esto va a salir en el periódico?".

No va de fútbol. Efti (Fuenterrabía, 4). De lunes a viernes, de 10.00 a 22.00. Sábado, de 10.00 a 14.00.

Dimitri Stefanov, junto a las fotografías de su exposición en Madrid.GORKA LEJARCEGI

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