Análisis:NO VA MÁS | EL MITIN

Debate 'interruptus'

Después del éxito de audiencia de los dos cara a cara de Zapatero y Rajoy en vísperas de las generales, muchos dieron por sentado que el debate entre los principales contendientes quedaba incorporado irremediablemente a nuestros usos electorales. La presunción ha durado el tiempo que han tardado en venir las siguientes elecciones en Galicia y Euskadi. En menos de un año, se ha vuelto a la casilla de partida. Frente al supuesto derecho de los ciudadanos a formarse su opinión viendo a los candidatos con más posibilidades de presidir el Gobierno confrontar sus ofertas y planteamientos en e...

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Después del éxito de audiencia de los dos cara a cara de Zapatero y Rajoy en vísperas de las generales, muchos dieron por sentado que el debate entre los principales contendientes quedaba incorporado irremediablemente a nuestros usos electorales. La presunción ha durado el tiempo que han tardado en venir las siguientes elecciones en Galicia y Euskadi. En menos de un año, se ha vuelto a la casilla de partida. Frente al supuesto derecho de los ciudadanos a formarse su opinión viendo a los candidatos con más posibilidades de presidir el Gobierno confrontar sus ofertas y planteamientos en el medio de mayor difusión, vuelve a instalarse como razón esencial el variable interés de los partidos: unas veces conviene y otras no.

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ETB ofreció ayer, en euskera, el primero de los dos debates concertados en formato parlamentario. Aparte de la ausencia de tres de los cabezas de cartel por razones idiomáticas, no parece que trasladar a un plató la versión comprimida de un pleno de política general constituya la fórmula más atractiva para medir las condiciones de los aspirantes reales a lehendakari y estimular la participación.

Todo debate -a dos, a tres o a seis- es plausible, pero no todos interesan por igual a los ciudadanos. En unas elecciones disputadas como nunca y con dos únicos candidatos con posibilidades, es escandaloso que no se celebre un cara a cara en televisión entre Ibarretxe y Patxi López. Inexplicable no es, porque está clara la razón para evitarlo. El PNV quiere evitar que ese choque haga visible al candidato socialista como alternativa cierta. Hace ocho años, en circunstancias aparentemente similares, Ibarretxe retó sin éxito como lehendakari al aspirante Mayor Oreja. En 2005, sin embargo, sólo aceptó debatir con López con la compañía de Madrazo y María San Gil.

Como el PSE no ha montado el pitote, se deduce que tampoco tenía un enorme empeño en el cara a cara que ofreció. Su ausencia vuelve a igualar a Euskadi con Galicia, y su exigencia sí que sería un buen motivo para promover una consulta. Aunque el resultado no fuera vinculante.

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