Un recorrido en bici desde 'El Peine del Viento' hasta Sagüés

"Yo nunca me aburro", asegura con dificultades para vocalizar el nadador paralímpico Richard Oribe (San Sebastián, 1974). Sus palabras suponen toda una declaración de principios, una filosofía de vida y un ejemplo de superación, que ayer se vio reconocido con uno de los Premios Euskadi del Deporte 2008. Los galardones recayeron además en la ciclista Leire Olaberria, el Tau, el veterano Paco Torres, ligado a la natación vasca desde hace medio siglo, tres equipos de sokatira y ONCE Euskadi.

Oribe nació con parálisis cerebral. Con cinco años empezó a nadar como terapia, para mejorar...

"Yo nunca me aburro", asegura con dificultades para vocalizar el nadador paralímpico Richard Oribe (San Sebastián, 1974). Sus palabras suponen toda una declaración de principios, una filosofía de vida y un ejemplo de superación, que ayer se vio reconocido con uno de los Premios Euskadi del Deporte 2008. Los galardones recayeron además en la ciclista Leire Olaberria, el Tau, el veterano Paco Torres, ligado a la natación vasca desde hace medio siglo, tres equipos de sokatira y ONCE Euskadi.

Oribe nació con parálisis cerebral. Con cinco años empezó a nadar como terapia, para mejorar su movilidad. A medida que que fue creciendo aumentó su interés por la natación como deporte de competición. Un duro programa de entrenamientos le permitió debutar en 1992 en los Juegos Paralímpicos de Barcelona. Volvió a casa con una descalificación y un último puesto. Lejos de tirar la toalla, siguió adelante.

El nadador paralímpico recibe uno de los Premios Euskadi del Deporte

Tras Barcelona acudió a los Juegos de Atlanta. "Fue una revelación, porque sacó tres medallas de oro y una de bronce", recuerda su entrenador, Javier de Aymerich. Luego llegó Sidney, de donde se trajo cuatro oros y otros tantos récords del mundo, "una gesta difícil de repetir". Atenas se saldó con una plata y un bronce. Y la última cita paralímpica, Pekín, con un oro y tres platas y el récord mundial en 200 metros estilo libre. Entre medias ha participado en infinidad de campeonatos. "He perdido la cuenta de cuántas medallas llevo", confiesa.

Este currículum requiere muchas horas de piscina, pero siempre queda un tiempo para el ocio. Con la ayuda de su entrenador y gran amigo, Oribe explica qué le gusta hacer en su tiempo libre. Entre sus aficiones figura ir al fútbol con sus amigos, pero no sólo a los partidos oficiales de la Real Sociedad. Tiene una cuadrilla con un equipo de fútbol y suele ir "a animar".

No es extraño ver al joven pedaleando en su bici por San Sebastián. Las mañanas de los martes y jueves acude al logopeda. Los lunes, miércoles y viernes, también por la mañana, trabaja en una empresa de diseño de páginas web y aplicaciones informáticas. Las tardes las reserva para la piscina. La bici le resulta un excelente medio de transporte para desplazarse o para disfrutar sin más. Cuando quiere "meter un poco de metros", toma el bidegorri y completa el recorrido costero entre El Peine del Viento, en El Antiguo, y Sagüés, en Gros, y vuelta.

A Oribe le encanta ir a la playa. El club con el que compite, Konporta Kirol Elkartea, monta en verano una escuela infantil de natación en la playa de La Zurriola, y allí suele estar él, "ayudando a los monitores". Cuando se marcha de vacaciones con su familia o sus amigos, también le gusta "pasear y bañarse en la playa".

No todo es calle. "Me gusta estar en casa a gusto". Se entretiene escuchando música y viendo deportes en la televisión, como carreras de motos y automóviles, o películas en DVD. Sus preferidas son las de acción. Lleva un implante coclear y las películas de acción "le resultan más fáciles de seguir", precisa De Aymerich.

El ordenador es otro de sus grandes entretenimientos. "Le he enseñado a manejar una serie de aplicaciones y es superhabilidoso", apunta su entrenador. El joven tiene una web propia (www.richardoribe.com), en la que, entre otras cosas, recibe "mensajes de admiradores" y los responde. Navega por Internet e intercambia mensajes con sus amigos. Gran aficionado a la fotografía, utiliza luego el ordenador para dar forma a sus propios montajes.