"Europa tiene que replantear el capitalismo"
Llega con un steak tartare en la cabeza -"Parece mentira, bastan tres minutos para comerlo. Lo comprobé ayer en París"- y ya piensa en el jamón serrano de Madrid. Pero ahora toca un almuerzo frugal, porque el empresario italiano Mario Moretti Polegato, presidente de Geox, la segunda firma productora de calzado clásico e informal en el mundo, apenas puede parar. Además, le gusta estar siempre en movimiento.
Y salta a la vista. Aunque tenga que quedarse sentado, Moretti Polegato adapta sus energías al espacio de una diminuta mesa de un céntrico hotel de Madrid y sólo descansa para ...
Llega con un steak tartare en la cabeza -"Parece mentira, bastan tres minutos para comerlo. Lo comprobé ayer en París"- y ya piensa en el jamón serrano de Madrid. Pero ahora toca un almuerzo frugal, porque el empresario italiano Mario Moretti Polegato, presidente de Geox, la segunda firma productora de calzado clásico e informal en el mundo, apenas puede parar. Además, le gusta estar siempre en movimiento.
Y salta a la vista. Aunque tenga que quedarse sentado, Moretti Polegato adapta sus energías al espacio de una diminuta mesa de un céntrico hotel de Madrid y sólo descansa para otear primero y atacar después una bandeja de cruasanes dulces y salados. Su vocación por el movimiento se convierte entonces en incesantes aunque compuestos ademanes y, sobre todo, en un verbo torrencial. Así se le airean mejor las ideas. Como la que que le cambió la vida, hace 14 años, en una excursión por las Montañas Rocosas. Allí concibió sus "zapatos que respiran", agujereando con una navaja suiza las suelas de unas zapatillas deportivas que "sofocaban" sus pies. Acto seguido, pensó que el rudimentario invento se podría convertir en negocio y pidió ayuda a algunos investigadores. Las membranas resistentes al agua que nacieron en los laboratorios de las universidades de Múnich, Milán y Oslo son hoy uno de los secretos mejor guardados de la industria del calzado. Moretti Polegato saca un par de ejemplares de los bolsillos de su americana a rayas. Las enseña orgulloso mientras busca su vaso de agua en una mesa ya cubierta de zumos y cafés. Y, tras enjuagarse la garganta, explica lo que no tiene pudor en llamar "el secreto de mi éxito".
El presidente de Geox inventó estos zapatos agujereando los suyos en una excursión
"Ante todo, es necesario tener una idea. Sin embargo, para que de verdad se convierta en un negocio rentable hay que registrarla y protegerla gracias a las distintas leyes de propiedad intelectual", dice, con la seguridad y el desparpajo de quien está acostumbrado a dar charlas en centros como el Massachusetts Institute of Technology o la Universidad de Cambridge. "Si no se hace, aunque el invento o la idea sean muy buenos, no valen nada. Están para tirarlos a la basura, porque te pueden plagiar. En cambio, yo no le tengo miedo a las copias".
Para explicarlo a los primerizos, Moretti Polegato suele utilizar una imagen gastronómica, herencia de los años en que se ganaba la vida como productor de vinos espumosos. "La pizza, el café exprés o el helado son hoy bienes comunes. Pero imaginemos que el señor que los inventara hubiese podido registrarlos ante una sociedad de autores. Sin duda, una parte de la historia de la economía sería radicalmente distinta", suelta.
En ese caso, tal vez hoy no existirían franquicias como Starbucks o Pizza Hut. Y al mismo tiempo, con toda probabilidad, cada inventor mimaría su producto como a un hijo. Un amor que, en su opinión, constituye precisamente el mejor antídoto contra la crisis. "Los empresarios tenemos que replantear la economía europea. Porque, si bien nuestro capitalismo está basado en las infraestructuras, la solución es otra: el capitalismo de las ideas, basado en la investigación y en la innovación". Y, sin duda, en esa falta de objetividad que caracteriza a los padres: "El objetivo último de Geox es ayudar a la sociedad a vivir mejor".