Columna

No a todo

El año acabó con dos temas de envergadura extraordinaria encima de la mesa: la definición del nuevo modelo de financiación autonómica y la posible fusión de cajas de ahorro. El primero va a tener que ser abordado de manera inmediata, previsiblemente en este primer mes del nuevo año. El segundo tiene un recorrido algo más amplio, pero no es tampoco mucho el tiempo de que se dispone para que se vaya prefigurando la respuesta.

Tanto la reforma del modelo de financiación como la fusión de cajas no están en el orden del día de la política andaluza por una decisión caprichosa del Gobierno de ...

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El año acabó con dos temas de envergadura extraordinaria encima de la mesa: la definición del nuevo modelo de financiación autonómica y la posible fusión de cajas de ahorro. El primero va a tener que ser abordado de manera inmediata, previsiblemente en este primer mes del nuevo año. El segundo tiene un recorrido algo más amplio, pero no es tampoco mucho el tiempo de que se dispone para que se vaya prefigurando la respuesta.

Tanto la reforma del modelo de financiación como la fusión de cajas no están en el orden del día de la política andaluza por una decisión caprichosa del Gobierno de la Junta de Andalucía, sino por necesidad, porque no hay otra ni mejor alternativa.

Aunque no hubiera habido reformas estatutarias, el modelo de financiación del Estado Autonómico hubiera tenido que ser revisado. España ha cambiado mucho desde 2001. La población ha crecido en varios millones y las tareas de las comunidades autónomas han crecido por la propia lógica de la descentralización política. Con el modelo de 2001 no se podía seguir por más tiempo. Con las reformas estatutarias y la intensidad del ejercicio del derecho a la autonomía que en ellas se contempla, mucho menos.

De la misma manera, la intensidad con que se nos ha impuesto la crisis económica, que no se puede olvidar que ha tenido su origen en una crisis financiera de proporciones descomunales, ha situado en el orden del día la fusión de cajas. Hace unas semanas el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, hacía referencia a la inevitabilidad de alguna de tales fusiones en el nuevo panorama económico abierto por la crisis. Es obvio que no es lo mismo estar en el Gobierno que estar en la oposición, pero no debe serlo menos, que tanto el partido que está en el Gobierno como el que estando en la oposición puede ser Gobierno en el futuro, tienen la obligación de fijar su posición sobre estos asuntos de una manera clara, susceptible de ser entendida por los ciudadanos.

El Gobierno de la Junta de Andalucía está cumpliendo con su obligación y ha fijado su postura tanto en lo que a la reforma del modelo de financiación como en lo que a la fusión de cajas se refiere. Todos los ciudadanos andaluces sabemos que el Gobierno considera que la reforma que va a ser propuesta por el vicepresidente económico al Consejo de Política Fiscal y Financiera es buena para Andalucía y para España y por qué. Y todos sabemos que el presidente de la Junta considera que la fusión entre Unicaja y Cajasol debería iniciarse este año y debería hacerse en esta legislatura.

El PP, por el contrario, se ha instalado en una posición infantil, más propia de un partido extraparlamentario, que en la de un potencial partido de gobierno. Javier Arenas se ha instalado en un no a todo, con descalificaciones de tono insultante, pero sin dar explicación de ningún tipo. Una vez que la reforma del modelo de financiación está siendo reconocida como positiva por la mayor parte de los presidentes de comunidades autónomas independientemente de su adscripción política, ¿se puede saber por qué Javier Arenas lo considera una "chapuza monumental"? ¿Se puede saber por qué considera que la fusión de Unicaja y Cajasol la promueve Manuel Chaves con la única finalidad de convertirse en presidente de la caja resultante de la fusión una vez que deje de ser presidente de la Junta de Andalucía?

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Javier Arenas tiene todo el derecho del mundo a hacer la crítica de la acción de Gobierno en los términos que le parezcan oportunos. Nadie se lo puede negar. Pero el no a todo sin argumentos no es una crítica, sino algo distinto, que dejo que cada lector califique como le parezca oportuno.

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