Tribuna:

El GATEPAC o los pioneros de la modernidad

Cuando la arquitectura y el urbanismo contemporáneos parecen exclusivamente abocados a explotar su potencial mediático, cuando los arquitectos se han transformado en estrellas y cuando la construcción se ha puesto al servicio de las grandes operaciones especulativas, resulta aleccionador comprobar como aquellos entusiastas hombres del periodo republicano que se agruparon bajo las siglas GATEPAC (Grupo de Artistas y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea) no solamente estaban en sintonía con lo que pasaba en el resto del mundo y fueron adalides de la modernidad en ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Cuando la arquitectura y el urbanismo contemporáneos parecen exclusivamente abocados a explotar su potencial mediático, cuando los arquitectos se han transformado en estrellas y cuando la construcción se ha puesto al servicio de las grandes operaciones especulativas, resulta aleccionador comprobar como aquellos entusiastas hombres del periodo republicano que se agruparon bajo las siglas GATEPAC (Grupo de Artistas y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea) no solamente estaban en sintonía con lo que pasaba en el resto del mundo y fueron adalides de la modernidad en España, sino que sus propuestas se basaban fundamentalmente en la sensatez proyectiva y en el control del costo de los materiales, por lo que indagaron en nuevos sistemas constructivos que les permitieran crear una "ciudad funcional", en la que sus habitantes fueran los protagonistas. Para ello plantearon viviendas sociales, escuelas y hospitales, y una planificación urbanística pensada desde la racionalidad y no desde el lucro (el Pla Macià y la Ciutat de Repòs i de Vacances en Barcelona, y la Playa del Jarama de Madrid, son algunos de los diseños que realizaron de acuerdo con estas premisas). También debe apuntarse que, convencidos de que un nuevo mundo era posible y de que las artes podían ser su catalizador, apostaron por una renovación general que incluía todos los campos de la creación: pintores, escultores, directores de cine, diseñadores, fotógrafos... vinculados a las corrientes de vanguardia.

Puede que su ideal fuera utópico, pero sin duda era ético y humanista. Por ello, trataron de transmitir su filosofía a los cuatro vientos con el objetivo principal de convencer a la sociedad y a las administraciones de que era preciso cambiar los conceptos hasta entonces preestablecidos de vivienda, industria, sanidad, educación, deporte, ocio..., en definitiva, de espacio público y espacio privado. Y lo hicieron a través de revistas, como la aún hoy modélica A.C. Documentos de Actividad Contemporánea, y también de exposiciones, conferencias, etcétera, en Barcelona, Madrid y San Sebastián, centros neurálgicos del GATEPAC desde los que incidieron más allá del ámbito nacional para situarnos en la órbita internacional.

Lamentablemente, todo se fue al traste en 1939 porque algunos de los protagonistas de este movimiento se vieron obligados a huir, otros optaron por el exilio interior y la mayoría claudicaron ante la pérdida de libertad de crear y pensar. Por esto consideramos oportuna la propuesta del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, que nos explica la actividad del GATEPAC a través de los 25 números publicados entre 1931 y 1937 de la revista AC y de las 900 piezas cuidadosamente seleccionadas que integran esta modélica exposición, que no sólo nos muestra la imagen de una época, sino también el valor renovador del arte que va más allá del beneficio individual y cree en los valores colectivos y en su estrecha vinculación con la sociedad. Algo que nos era necesario en estos tiempos y que nos ayuda a recuperar la esperanza en la arquitectura, el diseño y la cultura visual entendidos como un servicio y no como un negocio.

Daniel Giralt-Miracle es historiador y crítico de arte.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En