CARTA DEL CORRESPONSAL / Ginebra | Economía global

Los trabajadores 'invisibles'

Cuando el visitante pasea por ese templo del consumo de lujo que es la Rue du Rhône, en Ginebra, o camina por la astronómicamente cara Bahnhofstrasse de Zúrich, no les ve. Tampoco abundan en las exclusivas estaciones de esquí de alto copete de St. Moritz o Gstaad. Pero están allí, aunque sean invisibles.

Se trata de los más de 100.000 trabajadores clandestinos que viven en Suiza, gran parte de ellos de origen latinoamericano. Ynés Gerardo, socióloga dominicana y activista, explica que una característica del trabajo negro en Suiza es que "prácticamente el 100% de las trabajadoras domésti...

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Cuando el visitante pasea por ese templo del consumo de lujo que es la Rue du Rhône, en Ginebra, o camina por la astronómicamente cara Bahnhofstrasse de Zúrich, no les ve. Tampoco abundan en las exclusivas estaciones de esquí de alto copete de St. Moritz o Gstaad. Pero están allí, aunque sean invisibles.

Se trata de los más de 100.000 trabajadores clandestinos que viven en Suiza, gran parte de ellos de origen latinoamericano. Ynés Gerardo, socióloga dominicana y activista, explica que una característica del trabajo negro en Suiza es que "prácticamente el 100% de las trabajadoras domésticas son provenientes de América Latina". Sólo en la pequeña Ginebra, su número asciende a más de 7.000.

En Suiza viven más de 100.000 inmigrantes no regularizados
En 2006 se aprobó una de las leyes más restrictivas de Europa
Un cineasta de origen español explora el mundo de los 'sin papeles'

Suiza aprobó en septiembre de 2006, por una abrumadora mayoría del 68% de los votos, una de las leyes de inmigración más restrictivas de Europa. Esta ley hace que sea virtualmente imposible regularizar la situación de estos trabajadores a no ser que, solución milagrosa, el extranjero se case con un ciudadano suizo. "Pero las estadísticas no cuentan a los niños ni a las mujeres que se quedan en casa", analiza Ismaïl Türker, conocido sindicalista de origen turco.

"Si contamos a las familias y no sólo a los trabajadores, la cifra sube hasta 180.000 clandestinos o más", observa Türker. Sus datos se basan en el estudio independiente GFF, ordenado por el Gobierno federal en 2005.

El tema de la clandestinidad ha sido explorado en profundidad por alguien que ha vivido el drama de primera mano. Se trata de Fernand Melgar, cineasta de origen español, hijo de andaluces que llegaron a este país en los años sesenta "a trabajar en barracones insalubres por sueldos de miseria", según recuerda. Cuando usted lea estas líneas, su película La fortaleza habrá sido estrenada en el Festival de Sevilla tras alzarse con el Leopardo de Oro en el Festival de Locarno 2008.

En dicho filme, Melgar explora el claustrofóbico universo de los demandantes de asilo en este país aparentemente idílico. Es la primera vez que se permite la entrada de cámaras a un lugar donde los inmigrantes viven a la espera de ser aceptados como refugiados o pasar a la clandestinidad. "Hoy en Suiza abundan las familias que tienen una señora de la limpieza para todo servicio por 400 euros mensuales y comida", explica. Trabajos sin horario que duran de lunes a sábado.

El realizador destaca que "abundan las personas dispuestas a trabajar por el equivalente de dos euros la hora". Personas que, al igual que ocurre en las grandes ciudades españolas, duermen en lo que ya se denomina "camas calientes", en las que alguien pasa ocho horas antes de ceder el puesto al siguiente.

Todo ello en un país sin salario mínimo, pero en el que Marcel Ospel, ex patrón del antaño todopoderoso UBS, ha cobrado casi 20 millones de euros al dejar la dirección del banco europeo más tocado por la crisis de las subprime. "Nada nuevo o que no ocurra en España", podría argumentarse. Sin duda, pero es parte de una realidad poco conocida del país de los relojes de lujo y los colosos de la industria farmacéutica.

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