Sólo uno de cada tres jóvenes de entre 25 y 29 años vive fuera del hogar paterno

Las mujeres ansían más la independencia pero tienen más difícil lograrla

Sólo el 33,6% de los jóvenes vascos de entre 25 y 29 años vive emancipado. La prolongación de los estudios, la dificultad para encontrar un empleo estable y el alto coste de la vivienda retrasan la decisión de la población joven de abandonar el nido paterno. Es la principal conclusión del estudio Emancipación y precariedad en la juventud vasca: entre la anomia funcional y el cambio cultural, realizado por los sociólogos Alfonso Pérez-Agote y Elsa Santamaría López y que el Observatorio Vasco de la Juventud presentó ayer en Bilbao.

El proceso de independizarse es hoy mucho más larg...

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Sólo el 33,6% de los jóvenes vascos de entre 25 y 29 años vive emancipado. La prolongación de los estudios, la dificultad para encontrar un empleo estable y el alto coste de la vivienda retrasan la decisión de la población joven de abandonar el nido paterno. Es la principal conclusión del estudio Emancipación y precariedad en la juventud vasca: entre la anomia funcional y el cambio cultural, realizado por los sociólogos Alfonso Pérez-Agote y Elsa Santamaría López y que el Observatorio Vasco de la Juventud presentó ayer en Bilbao.

El proceso de independizarse es hoy mucho más largo. "Antes encontraban trabajo, vivienda y pareja de golpe. Ahora entran y salen de casa de sus padres, del sistema educativo y de la vida en pareja", apunta el catedrático de la Universidad Complutense de Madrid. Los jóvenes ya no se van de casa de los padres para casarse, sino porque desean llevar una vida autónoma. Pero, paradójicamente, siete de cada diez jóvenes emancipados conviven en pareja. "Se tienen que embarcar con su pareja en una hipoteca a 40 años, aun sabiendo que la relación no será para siempre", subraya Pérez-Agote.

Y es que el 76% de los solicitantes jóvenes de una vivienda de protección oficial prefieren ser propietarios, convencidos de que "el alquiler, escaso y caro, supone tirar el dinero", añade. Esta mentalidad explica que la tasa de emancipación vasca sea muy inferior a la de los países europeos. La sociedad vasca se acerca más al modelo mediterráneo de padres protectores, frente a países como Francia, donde el Estado y la familia apoyan a los jóvenes para que se independicen incluso antes de tener un trabajo estable.

Las mujeres, a las que todavía se les impone horarios más rígidos y más obligaciones domésticas, ansían la independencia en mayor grado, pero la discriminación salarial que sufren dificulta su emancipación. Es una de las crecientes frustraciones que detecta el sociólogo, y que se intensificarán con la crisis económica. Los jóvenes consideran injusto acceder a contratos basura después del esfuerzo dedicado para formarse. Además, Pérez-Agote advierte una crisis de la identidad social: "Somos aquello en lo que trabajamos. ¿Pero qué son los jóvenes, cuyo trabajo no coincide con su formación ni con sus expectativas?". En una sociedad machista, esa crisis identitaria será más dura para los hombres, augura, porque "mantienen la cultura de trabajar todo el día y no pensar en la vida privada. Tendrán que aprender de las mujeres a ilusionarse con varios frentes de sus vidas".

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