Análisis:EL ACENTO

Culebrón a la italiana

Trece años. Ése es el tiempo que ha tardado Italia en culminar la privatización de su compañía aérea. Se trata de una falsa privatización, muy imaginativa y muy a la italiana. El Estado que tiene la mayor deuda pública de Europa asume todos los negocios deficitarios de la vieja compañía y el costo de los 3.250 despidos. El consorcio de empresarios tras las siglas CAI (Compañía Aérea Italiana) se queda a precio de ganga con la parte buena: los aviones, la licencia de vuelo y 12.500 empleados.

La idea, obviamente, es de Silvio Berlusconi, ese mago de las finanzas (privadas) que con la com...

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Trece años. Ése es el tiempo que ha tardado Italia en culminar la privatización de su compañía aérea. Se trata de una falsa privatización, muy imaginativa y muy a la italiana. El Estado que tiene la mayor deuda pública de Europa asume todos los negocios deficitarios de la vieja compañía y el costo de los 3.250 despidos. El consorcio de empresarios tras las siglas CAI (Compañía Aérea Italiana) se queda a precio de ganga con la parte buena: los aviones, la licencia de vuelo y 12.500 empleados.

La idea, obviamente, es de Silvio Berlusconi, ese mago de las finanzas (privadas) que con la compañía en quiebra y perdiendo un millón de euros diarios torpedeó la venta a Air France acordada por el Gobierno de Prodi, aduciendo que la compañía de bandera no podía dejar de ser italiana. Luego, reunió a una quincena de empresarios de ideologías y sectores dispares y los animó a hacer patria. "Si no hubiera sido primer ministro, Alitalia la habría comprado yo", confesó ayer.

En el momento decisivo del culebrón, el primer ministro ha desaparecido para seguir el desenlace desde un lujoso spa de Umbría. El negociador final ha sido Gianni Letta, su eficaz y oscuro número dos, quizá el único político italiano que no sale en televisión. La firma, que debe concluir hoy con el de los asistentes de vuelo y las azafatas, ha recibido abundantes críticas. Muchos juzgan la venta como el favor de Berlusconi a "unos cuantos amigos". Se recuerda que la CAI se constituyó en 1999 con el nombre de Compañía de Abbigliamento Italiano (abbigliamento es "ropa"), para cambiar de razón social en 2004 convirtiendo el abbigliamento en "aérea".

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Faltan por resolver ahora el visto bueno de la Unión Europea a la operación, y la alianza industrial con un socio extranjero. Respecto a lo primero, la permisividad de Durão Barroso hacia Berlusconi ofrece pocas dudas, después del vergonzoso apoyo prestado al fascistoide censo de los gitanos. En cuanto a lo segundo, Lufthansa y Air France han dejado ver su interés. Roma quiere a Francia y Milán prefiere Alemania. No se pierdan el siguiente capítulo.

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