La crisis se ceba en Diagonal Mar

El barrio, caro, tuvo escaso éxito entre vecinos dispuestos a vivir en él, pero mucho entre inversores que hoy compiten por deshacerse de sus viviendas

La crisis está aguando el que se anunció como último gran proyecto de Barcelona. A los 12 años de empezar a fraguarse, Diagonal Mar es aún un barrio a medias. Está asentado como zona de negocios y los fines de semana acoge a cuantos van de compras al centro comercial.

Pero el parón de ventas de pisos lo aleja mucho de ser la zona de moda de la ciudad. El cartel de "se vende" abunda por los inmuebles. Las nuevas calles están desiertas fuera del horario laboral. La zona de Sant Adrià dista de sus pretensiones. Los precios de la vivienda, que se triplicaron en apenas cinco años, retroceden...

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La crisis está aguando el que se anunció como último gran proyecto de Barcelona. A los 12 años de empezar a fraguarse, Diagonal Mar es aún un barrio a medias. Está asentado como zona de negocios y los fines de semana acoge a cuantos van de compras al centro comercial.

Pero el parón de ventas de pisos lo aleja mucho de ser la zona de moda de la ciudad. El cartel de "se vende" abunda por los inmuebles. Las nuevas calles están desiertas fuera del horario laboral. La zona de Sant Adrià dista de sus pretensiones. Los precios de la vivienda, que se triplicaron en apenas cinco años, retroceden algo.

No cuesta dar con pisos a 11.000 euros el metro, pero los precios son dispares
Las calles de la nueva zona están desiertas fuera del horario laboral

La Diagonal se abrió al mar con el nuevo barrio, y la capital catalana redescubrió lo que hasta entonces era una zona degradada con la preparación del Fórum de las Culturas 2004. Ese mismo año la inmobiliaria Urbis anunció la construcción de más de 500 viviendas en el que sería un nuevo barrio de Sant Adrià. La empresa, la actual Reyal Urbis, sigue levantando la Ciutat Fòrum. Algunos edificios están ya terminados, y sus viviendas, entregadas. Pero muchas siguen luciendo el cartel de "se vende", y los proyectos que van más rápido son los de vivienda social de cooperativas y administraciones.

Fuentes del sector coinciden en que Diagonal Mar tuvo éxito entre los inversores, pero no tanto entre compradores que quieren el piso para vivir en él. La zona registra uno de los precios medios más altos de Barcelona, sobre los 6.000 euros el metro cuadrado, y no es complicado hallar viviendas de más de 11.000 euros por metro. Es de las que más acusa el alargamiento en los plazos de comercialización.

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Los inversores, pues, compiten por vender. Los pisos son caros, pero los precios dispares. Delante del Fórum, en un mismo edificio, dos viviendas prácticamente iguales -86 metros cuadrados, tres dormitorios y amuebladas- se venden a precios diferentes. Un propietario pide 550.000 euros y el otro, 460.000.

"Es una finca genial, con muchos vecinos y vistas fantásticas", asegura un dueño. Sin embargo, en el exterior un vecino ha desplegado la pancarta "Reyal Urbis, arregla los pisos". Este diario no pudo recoger la versión de la empresa.

A pesar de que ya vive gente, no hay nadie en la calle. En la parte de Sant Adrià, apenas hay locales comerciales abiertos (sólo una oficina bancaria) y todavía quedan muchos solares donde urbanizar. "Parece que no tienen prisa en acabar. Antes iban muy rápido, pero ahora no. Y yo estoy cada día por aquí", dice Juan Ginés, un hostelero retirado que pasea por el barrio.

Bastante más animadas están las calles de alrededor del centro comercial de Diagonal Mar. "Aquí viene gente del centro de convenciones, de alguna de esas oficinas, los obreros de las obras o los del barrio de siempre. Los fines de semana vienen al centro comercial, pero ya está, no es que paseen mucho", dice el dueño de un bar del final de la Rambla de Prim. La zona de negocios funciona. No son pocas las empresas que han vendido sus oficinas o despachos del centro y han alquilado espacios en Diagonal Mar. O firmas que han elegido la zona por sus edificios, más eficientes, nuevos y baratos. Allí están Sanofi-Aventis, Sara Lee y Canon.

Precisamente, en esta zona se ha realizado la mayor compraventa inmobiliaria del año. Un fondo de BBVA vendió por 84 millones la torre Diagonal Litoral al grupo alemán Union Investment Real Estate AG. También Telefónica ubicará su nueva sede junto al Edificio Fórum, y la Cámara de Comercio levantará otro en la esquina con Selva de Mar. Fuentes de una consultora indican que, alentada por el mal ciclo de la vivienda, la promotora Espais cambió sus planes de construir pisos delante del Fórum. Finalmente, levantará oficinas. Espais confirmó que el inmueble tendrá uso empresarial.

Pero en esta zona de negocios, la parte barcelonesa de Diagonal Mar, la vivienda también pincha. Hay más de 1.300 pisos nuevos. Un apartamento para estrenar de dos habitaciones de 70 metros cuadrados y otros 30 de terraza vale en la Illa del Mar a partir de 667.500 euros. Es lo más barato.

Pero los inversores, que adquirieron pisos con descuentos, vuelven a tener ofertas más atractivas. Ofrecen pisos de tres habitaciones por 530.000 euros. "Se puede negociar", admite el intermediario que lo comercializa. En otras promociones como la Illa del Bosc llega a haber viviendas de dos dormitorios por 488.000 euros. No es un chollo, pero no es caro con relación a la zona. Y es que los dúplex de cuatro habitaciones llegan a 1,89 millones de euros. "Hay un batiburrillo de ofertas que compiten entre sí. De cómo acabará depende la necesidad y la desesperación de cada uno", afirma un consultor.

Si la cara de Diagonal Mar son los negocios, la cruz es el negocio residencial. La parte buena es que, ante el parón de ventas proliferan los carteles de alquileres, también para turistas. Pero la imagen inhóspita del barrio se impone. Con la excepción del centro comercial Diagonal Mar.

La joya del mercado

Con sus 88.000 metros cuadrados, la presencia de todas las enseñas de gran consumo y 5.000 plazas de aparcamiento, este centro es la joya del mercado inmobiliario barcelonés. De su buen funcionamiento dan fe las cantidades que se han pagado por él. El inversor irlandés Quinlan lo adquirió en 2006 por 300 millones, cuando cuatro años antes Deka había pagado por él 240 millones.

El centro comercial fue el revulsivo para crear el barrio. Y un edificio no exento de polémica. La propiedad de los terrenos era de Kepro Internacional, que quebró y acabó enredada en un complejo fraude inmobiliario. La tejana Hines compró entonces los terrenos por 27 millones y llevó adelante un proyecto de inmuebles de oficinas, tiendas, hoteles y centro de convenciones.

Vista de una de las promociones inmobiliarias al ralentí en la Avenida Eduard Maristany, junto al Fòrum.JOAN SÁNCHEZ

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