Becas contra la fuga de cerebros

La Universidad de Deusto forma a más de 250 estudiantes de países en desarrollo en un programa de cooperación que quiere aportar capital humano

La fuga de cerebros es uno de los principales obstáculos con los que se encuentran los países en vías de desarrollo, cuya inversión para formar a las nuevas generaciones se ve frustrada cuando éstas emigran a Occidente en busca de mejores condiciones de vida y laborales. Frente a esa tendencia, la Universidad de Deusto participa en un programa de cooperación europeo que apuesta por formar a estudiantes de esos países para que se enriquezcan de sus conocimientos. Se trata de las Ventanas de cooperación exterior Erasmus Mundus, una iniciativa de movilidad universitaria por la que el curso...

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La fuga de cerebros es uno de los principales obstáculos con los que se encuentran los países en vías de desarrollo, cuya inversión para formar a las nuevas generaciones se ve frustrada cuando éstas emigran a Occidente en busca de mejores condiciones de vida y laborales. Frente a esa tendencia, la Universidad de Deusto participa en un programa de cooperación europeo que apuesta por formar a estudiantes de esos países para que se enriquezcan de sus conocimientos. Se trata de las Ventanas de cooperación exterior Erasmus Mundus, una iniciativa de movilidad universitaria por la que el curso que viene estudiarán en la universidad privada más de 250 universitarios -seleccionados entre más de 700 solicitantes- de Chile, México y países de Europa del Este, Oriente Próximo, Asia Central, África, Caribe y Pacífico.

Siete centros españoles participan el programa de movilidad

El pasado curso, en el que se puso en marcha la iniciativa, han realizado estancias en Deusto 38 estudiantes ucranianos, moldavos y bielorrusos, seis kazajos, tres iraquíes y un yemení. Otros seis centros españoles participan en este macro-programa supervisado por el Parlamento europeo.

Los estudiantes de los países implicados en el programa solicitan cursar unos meses de sus estudios de grado, máster, doctorado o posdoctorado en una universidad europea. Las universidades de origen y de destino realizan una selección de las personas que presentan mejores expedientes y carecen de recursos suficientes como para formarse en el extranjero por su cuenta, y dan prioridad a los que prueban su condición de refugiados. Los países de origen definen además las áreas en las que demandan más formación. "Chile, por ejemplo, quiere especialistas en medio ambiente y en educación, mientras que Rusia reclama formación en agricultura, integración e internacionalización. El objetivo es que esa formación tenga un impacto en el país de origen, que vuelvan para ocupar puestos necesarios", detalla la vicerrectora de Relaciones Internacionales Julia González.

La beca incluye el desplazamiento, el seguro médico y una asignación mensual que oscila de los 1.000 euros, en el caso de los estudiantes de grado, a 2.500 para los postdoctorandos. Además, la formación educativa es una oportunidad de "vivir la vida europea", subraya. Este curso, ocho profesores de esos países han realizado una estancia en Deusto. Además, cinco estudiantes y seis docentes de Deusto han visitado esas regiones dentro del programa.

Sidqi Doski, kurdo de Irak y Liudmila Onos y Tatiana Musuleneo, ambas moldavas, han finalizado estos días su estancia para realizar el master de Eurocultura. Profesores en sus respectivas universidades, proseguirán con su carrera académica en sus ciudades de origen. Aunque la vicerrectora señala que muchos desearían ampliar su estancia en Europa -sólo pueden realizar una y de menos de un año-, ellos tienen claro que su futuro está en su tierra. "Quiero aportar mi experiencia a mí país", es la frase que los tres repiten. Doski se refiere también a cuestiones culturales: "En Irak sólo oímos cosas malas de Europa. He descubierto las cosas buenas y las quiero transmitir", afirma.

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El "intercambio cultural" fue precisamente uno de los alicientes que le hicieron solicitar la beca. "Todavía estamos muy lejos de ser modernos. Tenemos muchas restricciones religiosas y culturales", señala. Pero 10 meses no bastan para cambiar de mentalidad, reconoce: "El concepto de respeto a las mujeres es diferente y tendría que estar más tiempo aquí para cambiarlo del todo". Las moldavas han disfrutado en el País Vasco de "más calidad de vida y menos censura". "En Moldavia no hay clase media y las políticas se hacen para beneficiar a los gobernadores, no a la gente de a pie, como aquí", afirma Musuleneo.

Se muestran encantados con la experiencia: "He cambiado mi visión de las cosas y se me han abierto otros horizontes profesionales, intelectuales y personales", destaca Onos. En Moldavia la educación es "buena", pero los programas de movilidad no están desarrollados, apuntan. Además, el país se ve debilitado por la emigración de profesionales que en la Unión Europea se encuentran que no pueden ejercer en su sector por no tener papeles. Por ello, los tres reclaman más programas de cooperación. "Más programas como éste combatirían la idea de que hay una conspiración occidental para robar nuestros cerebros", opina el iraquí.

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