Todo lo que sabe Les Edwards

Un mediador profesional revela los entresijos de los secuestros en Irak, Afganistán y Somalia

Les Edwards, un ex oficial del Ejército británico de 50 años, evita que le fotografíen. Desde que dejó el uniforme, hace algo más de una década, se dedica a mediar en casos internacionales de secuestro con rescate. Una profesión que considera "la mejor del mundo porque ayudas a gente en apuros", y para la que prefiere el parapeto de un rostro anónimo. Acaba de poner a prueba sus cualidades ante un interlocutor

singular: los piratas somalíes que secuestraron en mayo pasado el barco holandés Amiya Scan en el golfo de Adén.

Al cabo de un mes de conversaciones, los secuestrado...

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Les Edwards, un ex oficial del Ejército británico de 50 años, evita que le fotografíen. Desde que dejó el uniforme, hace algo más de una década, se dedica a mediar en casos internacionales de secuestro con rescate. Una profesión que considera "la mejor del mundo porque ayudas a gente en apuros", y para la que prefiere el parapeto de un rostro anónimo. Acaba de poner a prueba sus cualidades ante un interlocutor

singular: los piratas somalíes que secuestraron en mayo pasado el barco holandés Amiya Scan en el golfo de Adén.

"El 65% de los casos acaba con el pago de rescate y el regreso de los rehenes"

Al cabo de un mes de conversaciones, los secuestradores liberaron la nave y a sus tripulantes, cuatro oficiales rusos y cinco marineros filipinos. Les Edwards, que responde por teléfono a las preguntas, declina hacer comentarios sobre el monto del rescate supuestamente pagado por la compañía naviera, Reider Shipping. Medios de comunicación rusos y holandeses hablan de un millón de dólares, que fue entregado a bordo. "Mi labor consiste en recuperar a los rehenes sanos y salvos. El dinero no me incumbe".

"Lo que hago tiene poco que ver con el llamativo retrato cinematográfico de estos asuntos", cuenta. "En la pantalla, la tensión no cesa. En la realidad, hay grandes momentos de silencio. Como una vez en Venezuela, donde esperamos un mes a que los secuestradores se pusieran en contacto con nosotros. Luego hay que comprobar que el retenido sigue bien". Es muy importante mantener la calma, como se ha comprobado en el caso holandés: "El comportamiento de naviera, familiares y tripulación fue ejemplar. Estuvieron serenos, no acudieron a la prensa y todo salió bien".

En otras ocasiones, igual que durante el secuestro de dos ciudadanos turcos en Irak, la ruta de las negociaciones gira de forma inesperada. "La pareja estaba en manos de una facción de Al Qaeda, y el centro de operaciones para pactar su vuelta era Turquía. Hasta ahí, pero desde Dubai y con diferentes teléfonos para no ser descubiertos, me llamaban los mensajeros de los secuestradores", cuenta el mediador. "Tomamos precauciones, vigilamos las rutas, o bien llevamos guardaespaldas. Además, en los secuestros por dinero, no suele haber más agresiones. Con los de tinte político es distinto. Y si el rehén está en Irak o Afganistán y es británico o americano, su suerte puede estar echada de antemano", asegura.

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En el caso del secuestro en el Índico del Amiya Scan, la naviera holandesa afirma que el buque navegaba fuera del límite territorial somalí, con una plataforma petrolífera destinada a Rumania. Los piratas dijeron que pescaba de forma ilegal.

Pero esa vía marítima conduce al Canal de Suez y es esencial para el transporte del crudo del golfo Pérsico. De ahí que el Consejo de Seguridad de la ONU, que ya ha certificado 26 secuestros en 2008, haya aprobado una resolución para que los Estados miembros envíen buques de guerra a Somalia contra los piratas. Al mediador Edwards, la medida le parece bien; pero subraya los problemas de los afectados. "Los Gobiernos deben tratar de prevenir estos abordajes. Cuando suceden, todo es difícil, y parientes y patrones quieren que los suyos regresen a casa vivos. Siempre parece mejor volver, aunque sea con un rescate, que caer abatido en un asalto militar destinado inicialmente a ayudarles".

Empleado por Clayton Consultants, una gestora de situaciones críticas, su empresa fue adquirida en 2007 por Triple Canopy, fundada por veteranos del Ejército de Estados Unidos. Sus compañeros más próximos son otra veintena de "consultores", entre los 30 y los 50 años de edad, con pasados comunes en las fuerzas armadas, la seguridad o la policía. "Tenemos una sola mujer porque muchos países no aceptarían una mediación femenina", afirma. También llevan un preciso libro de cuentas. "El 65% de nuestras misiones culmina con el pago de rescate y la posterior devolución de rehenes. En un 35%, la presión ejercida sobre clanes, tribus o jefes religiosos logra evitar el desembolso sin comprometer la liberación". Aunque hay secuestros en China, India o América Latina, los actuales conflictos en Irak y Afganistán han aumentado los incidentes.

La labor del mediador de secuestros no es barata. "No somos una ONG, pero también hemos ayudado gratis en Afganistán a agencias humanitarias", asegura Edwards. Y añade que no teme por su seguridad personal, ni por la de sus hijos.

Imagen del barco holandés Amiya Scan, secuestrado en mayo en aguas de Somalia.EFE

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