Reportaje:MÚSICA

Cantando con Estopa

Unas 18.000 voces cantaron a voz en grito a lo largo de casi dos horas mientras sus cuerpos no paraban de moverse y en sus semblantes reinaba la mayor de las sonrisas. Como si una ola de felicidad hubiera inundado el Palau de Sant Jordi en la noche del viernes. Los responsables eran un dúo de Cornellà que, en poco tiempo, han conseguido convertir cada una de sus actuaciones en una explosión de fuegos artificiales.

Estopa arrasó a lo grande. Jugaban en casa y ganaron por goleada, aunque es necesario añadir que nadie opuso resistencia, más bien al contrario. Los hermanos Muñoz volvieron a...

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Unas 18.000 voces cantaron a voz en grito a lo largo de casi dos horas mientras sus cuerpos no paraban de moverse y en sus semblantes reinaba la mayor de las sonrisas. Como si una ola de felicidad hubiera inundado el Palau de Sant Jordi en la noche del viernes. Los responsables eran un dúo de Cornellà que, en poco tiempo, han conseguido convertir cada una de sus actuaciones en una explosión de fuegos artificiales.

Estopa arrasó a lo grande. Jugaban en casa y ganaron por goleada, aunque es necesario añadir que nadie opuso resistencia, más bien al contrario. Los hermanos Muñoz volvieron a salir del polideportivo olímpico barcelonés con un sonado triunfo en el bolsillo. Presentaban oficialmente su último disco, Allenrok, y, ya desde el primer tema, quedó claro que el nuevo plástico había impactado en su público tanto como los cuatro anteriores. El concierto se abrió con el primer single de ese disco, Cuando amanece, y la canción fue ya cantada por la multitud tapando por momentos las voces de los Muñoz, que, hinchados de felicidad, dirigían sus micrófonos hacia la audiencia.

Y así siguió la cosa durante todo el concierto. Estopa mezclaba viejas y nuevas canciones y su público las cantaba y bailaba a placer. Los nuevos temas del dúo barcelonés parten de sus raíces rumberas, pero se sumergen sin miedo en una amalgama rítmica en la que todo cabe: desde veleidades en plan casi heavy hasta sonidos latinos y de reggae. Una mezcla que, en directo, se digiere sin problemas gracias a una banda muy sólida y un escenario realmente espectacular con varias pantallas gigantes y un diseño de luces muy efectivo.

El desparpajo escénico de David Muñoz, que no mostró en ningún momento secuelas de su reciente amigdalitis, fue del colegueo habitual a la denuncia social ("Ahora dicen que hay crisis y las empresas empezarán a echar a la peña... ¡Que les den pol culo!"). Su hermano José, con su semblante más tímido y escudado tras su guitarra, añadió el equilibrio necesario para que la pócima mágica volviera a ser efectiva. Además, en esta gira, los Muñoz cuentan con la complicidad de Chonchi Heredia en los coros, un auténtico lujo, que tuvo también sus momentos de protagonismo.

Fue una noche redonda en la que sólo falló una sonorización excesivamente pobre para tanto montaje. En realidad, daba igual porque el público se conocía las canciones a la perfección y más que escuchar a Estopa lo que quería era cantarlas con Estopa.

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