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Mili

Hace más de diez años, mi amigo Diego dejó la carrera universitaria que estaba estudiando y, al encontrarse sin nada mejor que hacer, realizó el servicio militar. Es un hecho que parece sacado de la Prehistoria, pero antes era normal que un joven pensase en pedir prórrogas, hacer la Prestación Social Sustitutoria, pasar a ser insumiso o directamente, como mi amigo, pasar por la mili en plan "mejor la hago ya que luego a lo mejor no me viene bien".

Esta decisión de hacer la mili nos pareció algo excéntrica en su momento, pues ya en aquellos años se rumoreaba que el servicio militar oblig...

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Hace más de diez años, mi amigo Diego dejó la carrera universitaria que estaba estudiando y, al encontrarse sin nada mejor que hacer, realizó el servicio militar. Es un hecho que parece sacado de la Prehistoria, pero antes era normal que un joven pensase en pedir prórrogas, hacer la Prestación Social Sustitutoria, pasar a ser insumiso o directamente, como mi amigo, pasar por la mili en plan "mejor la hago ya que luego a lo mejor no me viene bien".

Esta decisión de hacer la mili nos pareció algo excéntrica en su momento, pues ya en aquellos años se rumoreaba que el servicio militar obligatorio desaparecería. Por lo tanto, uno se dedicaba a pedir prórrogas y más prórrogas hasta que finalmente se libraba, como fue mi caso y el de la mayoría de mis amigos. Menos Diego, que hizo una mili de nueve meses, le raparon al cero y se hizo un hombre... Cuando la mili desapareció hicimos muchos chistes con Diego y su decisión, pero el otro día hablaba con otro amigo (pedidor de prórrogas, como yo) del síndrome de eternos adolescentes que padece nuestra generación y nos dimos cuenta de por qué somos una horda de peterpanes: porque no hemos hecho la mili.

Sólo hay que fijarse en Diego: es responsable, trabajador y disciplinado. Estos méritos no son comunes a aquellos que estamos entre los 20 y los 30. Somos más bien lo contrario: poco cumplidores, vagos y desordenados. "Claro, somos así porque no hemos hecho la mili", decíamos cayendo en la cuenta de nuestra falta de madurez.

Pero ojo, yo soy el primero en defender la abolición de desfilar con un Cetme durante casi un año. Estoy muy contento con que no haya mili, pero es cierto que los hombres de mi generación somos bastante blandurrios, inconstantes, poco sacrificados. A los 30 todavía tenemos ramalazos de actitudes que teníamos en la pubertad.

También nos hemos perdido el anecdotario. Las batallitas de la mili serán un topicazo, pero, como casi todos los tópicos, contiene mucha verdad. Todo padre cuenta batallitas de la mili, sin excepción. El mío la hizo en los Pirineos y tiene cientos de historias y un montón de amigos que conoció en aquella época. Ya no existe esa idea de "amigo de la mili". Como mucho, puedes tener un "amigo del foro" o "del Myspace", que desde luego es mucho menos emocionante.

Que no vuelva la mili, pero que inventen un producto para hacernos hombres a los adolescentes tardíos. Esto de ser un desastre irresponsable está bien por un rato, pero nos vamos a plantar en los 40 sin saber atarnos los cordones de las zapatillas ni hacer la declaración de la Renta nosotros mismos.

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