Cartas al director

Cooperación y desarrollo

La OCDE, que no es nada sospechosa de izquierdismo, afirma que el año pasado los países ricos aportaron sólo 107.421 millones de dólares (70.500 millones de euros) para la cooperación al desarrollo, con una disminución del 4,5% respecto al año 2006. Ese monto supone únicamente el 0,31% del PIB de los países donantes.

Tal falta de solidaridad colectiva se diluye entre la irresponsabilidad de los intereses de Estado, nadie parece sonrojarse a pesar de que nos alejamos cada vez más del mítico 0,7%, por el que se apostó en el año 2000, y que habría que alcanzar antes del año 2015 ...

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La OCDE, que no es nada sospechosa de izquierdismo, afirma que el año pasado los países ricos aportaron sólo 107.421 millones de dólares (70.500 millones de euros) para la cooperación al desarrollo, con una disminución del 4,5% respecto al año 2006. Ese monto supone únicamente el 0,31% del PIB de los países donantes.

Tal falta de solidaridad colectiva se diluye entre la irresponsabilidad de los intereses de Estado, nadie parece sonrojarse a pesar de que nos alejamos cada vez más del mítico 0,7%, por el que se apostó en el año 2000, y que habría que alcanzar antes del año 2015 (Objetivos de Desarrollo del Milenio).

Estamos renunciando a mejorar la suerte de mil millones de personas que viven con menos de un dólar al día; parece que no quisiéramos evitar 11 millones de muertes infantiles cada año; ni escolarizar a 114 millones de niños; estamos negando la alfabetización a casi 600 millones de mujeres... A los occidentales nos preocupa, sobre todo, el cambio climático, las migraciones y el terrorismo, pero tales "amenazas inminentes" tienen mucho que ver con nuestro egoísmo, tan desarrollado como la economía de mercado que nos arropa y que no puede ser establecida universalmente, porque el nivel de consumo exigido desbordaría las capacidades del planeta.

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Puede, entonces, que la cuestión no sea el desarrollo económico a alcanzar, sino cómo reducir el consumo y proceder a un reparto más justo de la riqueza acumulada, de la que se apropian cada vez menos personas.

No podemos posponer esta tarea, es el único reto que atañe a la humanidad como especie. La cooperación al desarrollo es un paso, como vemos por los datos, cada vez más débil en el buen camino; pero se necesita un compromiso más global para humanizar la ordenación socioeconómica del mund.

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