Crítica:

La otra homosexualidad

El niño de futuro gay al que le gustaba que le metieran el termómetro por el culo; la chica tan caliente que cuando se quitaba las bragas parecía que le estaban quitando el papel a las magdalenas; el enfermero homosexual del banco de semen al que despidieron por beber en el trabajo... ¿Mariano Ozores ha vuelto a hacer una película? No, están en el guión con el que debuta como director Nacho G. Velilla, guionista de 7 vidas y productor de Aída. Se llama Fuera de carta, acaba de presentarse en el Festival de Málaga y está protagonizada por un chef homosexual que sueña...

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El niño de futuro gay al que le gustaba que le metieran el termómetro por el culo; la chica tan caliente que cuando se quitaba las bragas parecía que le estaban quitando el papel a las magdalenas; el enfermero homosexual del banco de semen al que despidieron por beber en el trabajo... ¿Mariano Ozores ha vuelto a hacer una película? No, están en el guión con el que debuta como director Nacho G. Velilla, guionista de 7 vidas y productor de Aída. Se llama Fuera de carta, acaba de presentarse en el Festival de Málaga y está protagonizada por un chef homosexual que sueña con una estrella en la guía Michelin y un ex futbolista argentino que sale del armario en medio de un programa televisivo.

FUERA DE CARTA

Dirección: Nacho G. Velilla.

Intérpretes: Javier Cámara, Lola Dueñas, Fernando Tejero, Benjamín Vicuña, Junio Valverde.

Género: comedia. España, 2007.

Duración: 111 minutos.

Armada de un rancio costumbrismo y de un lamentable toque social, filmada con más velocidad que ritmo, y a pesar de todo interpretada con cierta convicción (para hundir a cómicos como Javier Cámara, Lola Dueñas y Fernando Tejero hace falta algo más que unos nefastos diálogos), la película es un -equivocado- canto a la nueva condición del homosexual en España. Los tiempos de Más que amor, frenesí, Cuernos de espuma y la modernidad parecen haber pasado. Ahora, según Velilla y sus coguionistas, los gays aspiran a formar una familia, ir al campo y disfrutar del domingo en un bar de menú a siete euros. Claro que para llegar a semejante conclusión haya que soportar los mismos chistes de maricones (la homosexualidad, como concepto, es una conquista reciente) que recitaba Arévalo en los ochenta. Si éticamente eran deplorables o no, lo tendrá que analizar cada espectador, aunque lo que queda fuera de toda duda es que no tenían la más mínima gracia.

Vídeo: ELPAIS.com
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