El termómetro | ELECCIONES 2008 | Campaña electoral

El día del dolor

Un tiro, dos tiros, tres o cuatro, no se cuántos han sido, han demostrado que ETA sigue viva. La muerte es lo que define el estado de salud de ETA. Triste destino el de esos chicos y chicas, hombres y mujeres, que deciden por su cuenta quién debe vivir y quién debe morir. A Isaías Carrasco le tocó ayer la bola negra de los tiros en el pecho, a la puerta de su casa, en presencia de su mujer y de una de sus hijas. Esa imagen de ambas dos impregnadas en la sangre de su marido y padre, socialista, cobrador del peaje de la autopista en Bergara, es la imagen del dolor brutal, del rayo que no cesa. H...

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Un tiro, dos tiros, tres o cuatro, no se cuántos han sido, han demostrado que ETA sigue viva. La muerte es lo que define el estado de salud de ETA. Triste destino el de esos chicos y chicas, hombres y mujeres, que deciden por su cuenta quién debe vivir y quién debe morir. A Isaías Carrasco le tocó ayer la bola negra de los tiros en el pecho, a la puerta de su casa, en presencia de su mujer y de una de sus hijas. Esa imagen de ambas dos impregnadas en la sangre de su marido y padre, socialista, cobrador del peaje de la autopista en Bergara, es la imagen del dolor brutal, del rayo que no cesa. Hoy es la llamada jornada de reflexión, concebida por todos como la jornada de descanso después de un combate preelectoral de ideas, frases, imágenes, debates, marketing e ideologías.

El nuevo Gobierno será lo que los ciudadanos quieran, no lo que ETA quiera

Hace tiempo que la jornada de reflexión es como un parón en la dura batalla del voto. No es que los ciudadanos tengan que reflexionar antes de ir a las urnas, sino que se trata de que vayan frescos, con resuello, a votar lo que la inmensa mayoría ya tiene decidido hace mucho tiempo. Y resulta que esa jornada de descanso coincide hoy con el Día de la Mujer Trabajadora, lo cual no me negarán que es una coincidencia singular. No en vano, la primera lucha oficial de la mujer fue la de las sufragistas, porque, por si no lo saben, hasta hace históricamente poco tiempo, las mujeres no podían votar y la reivindicación de sus derechos se pagó en muchos casos con la muerte.

Ayer, a dos días de una cita electoral, dos mujeres, una madre y una hija, trataban de taponar las heridas de un marido y un padre, que consumía en el suelo sus últimos instantes de vida. A Isaías le tocó en la ruleta del infortunio ser la víctima que ETA andaba buscando: una víctima fácil, sin escolta, en un lugar intrincado, de fácil escapatoria, y no en un día cualquiera, sino en el último día de la campaña electoral que permite a los ciudadanos elegir al Gobierno que dirigirá el país durante los cuatro próximos años.

ETA ya ha matado. Alguien ha percutido el gatillo de su pistola contra el cuello de un trabajador de Mondragón y ha privado a una familia de uno de sus miembros. La verdad, no se qué lecturas habrá hecho de su acción el autor de los disparos (aunque me las imagino), pero la realidad es que sólo ha sembrado dolor, mucho dolor en una familia humilde que jamás olvidará el 7 de marzo de 2008. No hay más lecturas posibles.

Las elecciones se celebran mañana. Se espera una alta participación y en breve habrá un nuevo Gobierno con los mismos o distintos actores. Será lo que los ciudadanos quieran, no lo que ETA quiera. Hace mucho tiempo que ETA no influye en la vida política real de este país. Sólo influye en la vida, es decir, en la muerte de las personas. La otra batalla la perdió hace muchísimos años. Ya sólo le queda gestionar el dolor.

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