PUNTO DE OBSERVACIÓN | ELECCIONES 2008

Estado de la nación: enésimo debate

El tan esperado debate electoral terminó convirtiéndose en el enésimo debate sobre el estado de la nación entre el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el jefe de la oposición, Mariano Rajoy. En la hora y media de debate no se escuchó prácticamente una sola propuesta novedosa, algo realmente llamativo teniendo en cuenta que se trataba de un debate previo a unas elecciones generales en el que los dos candidatos estaban, en teoría, más obligados a explicar su programa para los próximos cuatro años que a revisar los cuatro pasados.

La aburridísima presentación del moder...

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El tan esperado debate electoral terminó convirtiéndose en el enésimo debate sobre el estado de la nación entre el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el jefe de la oposición, Mariano Rajoy. En la hora y media de debate no se escuchó prácticamente una sola propuesta novedosa, algo realmente llamativo teniendo en cuenta que se trataba de un debate previo a unas elecciones generales en el que los dos candidatos estaban, en teoría, más obligados a explicar su programa para los próximos cuatro años que a revisar los cuatro pasados.

La aburridísima presentación del moderador, Manuel Campo Vidal (con una interminable lista de las radios, emisoras de televisión o canales de Internet que se encontraban conectados) dejó claro desde el primer minuto que el formato elegido para el debate era pésimo, sin paliativo alguno. El diseño de los bloques y la imposibilidad de que un periodista interviniera para redirigir el debate y conseguir que se hablara del futuro hizo que los dos candidatos reprodujeran, con mayor o menor énfasis, sus argumentos más conocidos, ya expuestos reiteradamente en los debates parlamentarios de estos años. Suprimida toda posible discusión sobre propuestas, dio la impresión de que los dos candidatos, que mantuvieron un tono poco amable entre sí, intentaban llegar a los ciudadanos a través de los sentimientos. En ese terreno, Zapatero, que resistió con brillantez los ataques contra su credibilidad en el campo de la lucha antiterrorista, demostró más eficacia y más capacidad de empatía que Rajoy, al que se notó algo extraño con su sorprendente apelación final a la niña del futuro. El aspirante no consiguió "mover la silla" al presidente pero tampoco salió derrotado con claridad. Una vez más, cultivó a su hinchada y sólo en contadas ocasiones, con algún rasgo de humor, intentó emocionar a los electores dudosos. Un dato para el récord: en la hora y media que duró el primer debate en quince años entre candidatos a la presidencia del Gobierno no se habló de educación o sanidad más de seis minutos y siempre en términos generales.

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