Editorial:

Hezbolá: guerra total

El asesinato de un líder terrorista en Damasco contribuye, sin duda, a incendiar más la región

La última guerra de Líbano, que duró 34 días en el verano de 2006, no había terminado realmente. Sólo el martes, con la muerte en atentado del líder militar de Hezbolá, el archi-terrorista Imad Mugniyah, puede pensar Israel que el conflicto ha tocado a su fin. Y fuese o no israelí el brazo que golpeó en Damasco, servía de seguro a intereses de Jerusalén, pero también de Washington, porque el chií había sido responsable de los atentados que tras la invasión israelí de Líbano en 1982, costaron la vida a cientos de soldados norteamericanos y franceses.

El atentado no sólo hiere gravemente ...

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La última guerra de Líbano, que duró 34 días en el verano de 2006, no había terminado realmente. Sólo el martes, con la muerte en atentado del líder militar de Hezbolá, el archi-terrorista Imad Mugniyah, puede pensar Israel que el conflicto ha tocado a su fin. Y fuese o no israelí el brazo que golpeó en Damasco, servía de seguro a intereses de Jerusalén, pero también de Washington, porque el chií había sido responsable de los atentados que tras la invasión israelí de Líbano en 1982, costaron la vida a cientos de soldados norteamericanos y franceses.

El atentado no sólo hiere gravemente a Hezbolá, sino que humilla a Siria, porque la muerte se produjo a un tiro de piedra de la sede de los servicios de inteligencia de Damasco. Filtraciones israelíes parecen apuntar a que alguien próximo a los dirigentes del grupo libanés tenía que haber facilitado la información para que los asesinos pudieran seguir a Mugniyah desde su aparición el lunes en un conocido restaurante de la capital para festejar el aniversario de la revolución iraní. Muy poca gente sabía qué aspecto tenía y todo parece indicar que fue en dicho restaurante donde se le identificó.

La organización chií, que se atribuye la victoria militar sobre Israel, a raíz de la cual se produjo en 2000 la retirada sionista de la franja sur de Líbano, ha respondido con una declaración de guerra universal contra Jerusalén, que hay que tomar muy en serio. El razonamiento del líder de Hezbolá, Hasan Nasralá, tiene su lógica geopolítica. Su grupo limita sus acciones al territorio de Israel-Palestina y entiende que el Estado israelí debía hacer otro tanto. Y por ello Hezbolá considerará a partir de ahora legítimos todos los objetivos israelíes, allí donde se hallen. El ministro sirio de Asuntos Exteriores, Walid Moalem, por su parte, decía ayer que pronto presentaría pruebas sobre lo sucedido en Damasco. Nadie duda de que se refería a Israel; el ministro añadía que la idea de una hipotética negociación israelo-siria sobre el Golán ya no es más que letra muerta.

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Israel tiene el indiscutible derecho a defenderse, y eso incluye ciertas acciones preventivas. Lo que no necesariamente significa que sea siempre una buena idea una acción como ésta. Desde el martes, el conflicto de Oriente Próximo tiene una muesca más y una esperanza menos.

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