Tribuna:COYUNTURA INTERNACIONAL

Manías, pánico y crisis

En 1978 Charles Kindleberger, uno de los principales arquitectos del Plan Marshall, publicó su libro más leído, denominado Manias, Panics, and Crashes, reeditado con motivo de las crisis de las dot-com en 2000 y que seguramente será objeto de una próxima reedición con motivo de la crisis del subprime.

El argumento central de Kindleberger es que la causa remota de las crisis es la especulación, siendo la causa más cercana cualquier hecho que merme la confianza que tendrá como efecto un desmoronamiento de los precios de los activos. Es indudable que esta definición po...

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En 1978 Charles Kindleberger, uno de los principales arquitectos del Plan Marshall, publicó su libro más leído, denominado Manias, Panics, and Crashes, reeditado con motivo de las crisis de las dot-com en 2000 y que seguramente será objeto de una próxima reedición con motivo de la crisis del subprime.

El argumento central de Kindleberger es que la causa remota de las crisis es la especulación, siendo la causa más cercana cualquier hecho que merme la confianza que tendrá como efecto un desmoronamiento de los precios de los activos. Es indudable que esta definición podría abarcar la actual crisis de los mercados, así como la de los tulipanes, ferrocarriles, etcétera. Sin embargo, hoy se dan características nuevas al ser los mercados un poco más complejos y globales, con la presencia de infinidad de productos derivados, que, hasta hoy, la literatura le reconocía la virtud de impulsar la eficiencia y estabilidad.

La actual crisis introducirá mejoras institucionales que permitirán crear un círculo virtuoso entre macroeconomía y estabilidad financiera

Cuando se analiza lo que viene ocurriendo, esa estabilidad, en un entorno de mucha liquidez y políticas monetarias laxas, hace que los agentes sean más agresivos en las tomas de riesgo y de posiciones apalancadas, constituyéndose en el combustible en el que ante cualquier choque, aunque sean menores que en el pasado, los impactos se amplifican.

La liquidez es el elemento central en el diseño de esos instrumentos para que sean eficientes, incluso en periodos de tensión, como se ha demostrado.

El otro elemento es que los derivados no son, per se, asignadores eficientes de riesgo ya que no siempre lo canalizan hacia los que más lo conocen y más preparados están para manejarlos. Cuando la difusión del riesgo sale de las instituciones tradicionales, se diluye el papel de los reguladores, adoptándose políticas más laxas. El riesgo moral es un elemento adicional ya que el comportamiento de estos mercados denota la idea que ante un gran problema los bancos centrales intervendrán.

Las consecuencias están a la vista, los que han hecho los deberes de un manejo adecuado de los riesgos de contraparte y de concentración así como de liquidez estarán mejor preparados para afrontar este ciclo del mercado. Como ha ocurrido en el pasado, de las crisis se obtienen lecciones que introducirán mejoras institucionales que permitirán crear un círculo virtuoso entre la macroeconomía y la estabilidad financiera.

G. di Placido es miembro del Servicio de Estudios de BBVA.

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