"¿Y su vida no vale nada?"

La familia de una mujer que murió por un cáncer de piel diagnosticado como un quiste sebáceo, indemnizada con 75.000 euros por el "daño moral"

Alfonso perdió a su esposa hace ya cuatro años a causa de un melanoma o cáncer de piel. Por el fallecimiento, cobrará 75.000 euros. El Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) ha condenado al Servicio Madrileño de Salud (SERMAS) a pagarle esa cantidad por un "retraso en el diagnóstico" de cinco meses, según hizo público ayer El Defensor del Paciente.

Los médicos determinaron que su bulto en la cabeza era un quiste sebáceo en lugar del cáncer de piel que padecía. La indemnización, por el "daño moral", le dará a Alfonso para pagar los gastos de abogado y el tratamiento de su mujer ...

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Alfonso perdió a su esposa hace ya cuatro años a causa de un melanoma o cáncer de piel. Por el fallecimiento, cobrará 75.000 euros. El Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) ha condenado al Servicio Madrileño de Salud (SERMAS) a pagarle esa cantidad por un "retraso en el diagnóstico" de cinco meses, según hizo público ayer El Defensor del Paciente.

Los médicos determinaron que su bulto en la cabeza era un quiste sebáceo en lugar del cáncer de piel que padecía. La indemnización, por el "daño moral", le dará a Alfonso para pagar los gastos de abogado y el tratamiento de su mujer en una clínica privada. "¿Y su vida no vale nada?", lamenta.

Se golpeó la cabeza con el canapé cuando estaba haciendo la cama, justo en el bulto que tenía desde pequeña por una pedrada que le dio su prima. Desde ese día, la protuberancia empezó a crecer. Cuando acudieron a la médica de cabecera, en agosto de 2002, "era un garbanzo". Cuando se lo quitaron, en febrero de 2003, se había convertido en "una naranja enorme", cuenta su marido. Un mes después, en marzo, Dolores murió, a los 44 años.

Su marido demandó al Hospital Severo Ochoa, al Hospital Universitario de Getafe y al Centro de Atención Primaria Área 9 por "negligencia médica". Les reclamaba 225.000 euros "por la defectuosa asistencia prestada" a su mujer. La sentencia del TSJM establece que el SERMAS le pague un tercio de lo que pidió por "el error de diagnóstico" y una "intervención incorrecta". Señala que hubo "falta de medios diagnósticos" porque no se analizó el tejido que extrajeron del quiste, que drenaron, una "prueba básica para determinar la naturaleza de la tumoración". Lo que supuso una "pérdida de oportunidad de que la paciente fuera intervenida".

Pero aún así la cuantía de 225.000 euros es "excesiva e injustificada", dice la sentencia, porque la asistencia fue "la adecuada". Y no existe "una relación directa de causa y efecto entre la actuación de Sanidad Pública y el fallecimiento" de Dolores. "El daño moral" es el único criterio para establecer la cuantía. El SERMAS negó cualquier responsabilidad.

A Alfonso le parece "muy injusto" el dictamen. "En cuanto el bulto empezó a crecer, acudimos al médico", se queja. "No me hicieron caso". Fue en otra revisión cuando vieron el cáncer. "Le encontraron un bulto en el pecho. Se lo quitaron y me dijeron que le quedaban tres meses de vida. Las ramificaciones estaban por todas partes".

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Nadie le dijo a Dolores que se estaba muriendo. "¿Cómo iba a ser tan cruel?", recuerda Alfonso. "Me cambié hasta de casa porque cada día los vecinos les preguntaban a mis hijos, de 14 y 19 años. La situación les machaba". No va a recurrir la sentencia. Pediría sólo una cosa: "Que a esa gente que no le hizo caso, la suspendieran de suelo y empleo. Si se le hubieran quitado el quiste a tiempo, hoy mi mujer estaría viva".

'Quimio' en la privada

A pesar de que ningún médico le comunicó a Alfonso explícitamente que su mujer estaba desahuciada (término que alude a los enfermos terminales por los que poco o nada se puede hacer ya salvo mejorar la calidad de sus últimos días), Alfonso decidió recurrir a una clínica privada para que le trataran el cáncer. Quería intentar salvar a Dolores. "Aunque tuviera que vender mi casa", cuenta. E inició el tratamiento de quimioterapia, que le costó 88.000 euros. "Me metí hasta el cuello", asegura Alfonso, "incluso la hubiera llevado a Estados Unidos". Pero los médicos le advirtieron de que poco más podían hacer. Aún hoy sostiene que no tuvo otra alternativa: "Me dijeron que me pusiera a la cola, como el que no tiene nada que hacer, por eso me fui a la privada". La sentencia, sin embargo, asegura que no hay constancia de la solicitud del tratamiento en la sanidad pública, por lo que no puede reclamar esa indemnización.

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